Por fin ha llegado el día de volver al ginecólogo. Sería genial poder hacerte una ecografía siempre que quisieras (imagino que todas pensáis lo mismo) sobretodo por saber si todo marcha bien en estas primeras semanas que tan importantes son.
Las nauseas siguen, no sólo por la mañana sino a lo largo de todo el día, y además comienzo a tener constantemente la boca seca. A pesar del frió que hace ya mi cuerpo me pide constantemente cosas frías, sobre todo me apetece zumo de naranja, así que habrá que darle al cuerpo lo que pide.
Mi segunda visita al ginecólogo era ya algo más "en serio" que la primera. Llevaba los resultados de mis primeros análisis y además en teoría debía escucharse ya el latido del corazón del feto así que de nuevo estaba preocupada. Nada más entrar en la consulta los resultados de los análisis: Anemia, tal y como imaginaba. Tantos bajones de tensión y tan pocas ganas de hacer nada tenían que ser eso. Pues nada, ampolla de hierro todas las mañanas en ayunas con un zumo de naranja hasta nueva orden.
A continuación nos preparamos para poder ver si todo iba bien con una ecografía, que de nuevo iba a ser vaginal. Pronto, tanto el doctor como yo pudimos ver que todo marchaba sobre ruedas. Ahí estaba, un pequeño cacahuete (desde luego eso parecía), que no paraba de moverse y que ya tenía unos bracitos muy bien definidos. Además pudimos ver como las piernas comenzaban a formarse ya. El corazón, según me dijo el doctor, latía con mucha fuerza y a muy buen ritmo y puso su sonido durante unos instantes para que pudiera escucharlo. Fue genial, en medio de ese cuerpecito una pequeña mancha blanca y brillante hacía que todo comenzara a funcionar a ritmo de latido. La ecografía aportó datos tales como la medida del feto, 2,2 cm (la vez anterior tan sólo media 3 mm, era increíble como habia crecido) y el tiempo de embarazo, ocho semanas y media. Así que tras ver que todo marchaba bien, tocaba preparar los siguientes pasos a dar.
Como es costumbre, y aproximadamente en la semana 11 de embarazo, se realizan unas pruebas muy concretas con las que se puede saber si el bebé puede desarrollar, entre otros problemas, sindrome de Down. Se trata de averiguar las medidas del pliegue nucal y dependiendo de las cifras que este estudio aporte los riesgos de que el bebe padezca un tipo concreto de enfermedades es mayor. Con mi primer embarazo, llevado por la seguridad social tal y como os había comentado, sólo tuve que hacerme un análisis, que según los datos que aportó indicó que no había riesgos de que el bebe padeciera este tipo de sindromes. Ahora, que mi embarazo lo llevo a través del sector privado el tipo de pruebas ha cambiado. Durante la semana once de embarazo (esto es entre el 19 y el 23 de diciembre) tendré que hacerme una ecografía obstétrica en la que se deberán extraer una serie de datos, que junto con los que se tomen de un análisis de sangre que deberé hacerme justo el día después de la ecografía darán como resultado final un porcentaje, una probabilidad de que el feto pueda sufrir algún tipo de síndrome o daño de los que esa prueba detecta. Cruzaremos los dedos para que todo salga bien, y no tiene porque no, no hay antecedentes en la familia, no tengo una edad de las que se consideren de riesgo...
A parte de esto, aproveché para pedir cita de nuevo para una nueva visita con el ginecólgo, para el 28 de diciembre (vaya día eh) y esta vez por la tarde, a ver si asi mi marido puede ir y ver una ecografía en directo, porque no es lo mismo ver una foto que verlo en vivo, y mucho menos para el papá.
Finalmente, le hemos dicho a nuestra hija ya que va a tener un hermanito/a. Ella no hacía ya más que darlo por hecho y realmente se sorprendió bastante poco con la noticia: ya lo sabía, nos dijo, pero no porque nos hubiera escuchado decir nada sino porque ella ya lo sabía, según nos dijo, así de simple.
A lo largo de la semana he ido teniendo días algo mejores e incluso he pasado alguno sin Cariban, pero otros han sido terribles. Hemos tenido bastante jaleo en el trabajo, incluido inventario, pero lo peor ha venido al final de la semana. El viernes por ejemplo pasé casi todo el día como desubicada, mareada, asi que como imagináis estoy ya ansiosa porque pase esta fase de malestares. Después de un viernes algo fastidiada, el sábado me levanté mejor, pero un cumple destrozó mi estómago, y es que claro, venga a comer y a comer y yo que no estaba muy allá, pues fue llegar a casa por la noche y venga festival de idas y venidas al baño. Cuatro veces nada menos vomité y no fueron más porque me fui a la cama muerta de sueño y me dormi enseguida. Eso sí, con la preocupación de que al día siguiente teníamos día de excursión con viaje en tren incluído... menos mal que al final el día fue genial, el tiempo estupendo, y lo pasamos en grande.
La próxima semana os sigo contando sobre mi embarazo.
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