¿Por qué sale leche de la nariz del bebé y qué hacer?
Cuando se ve que la leche sale de la nariz del bebé, la mayoría de los padres primerizos acaban entrando en pánico. Pero no hay que preocuparse, ya que es perfectamente normal en la mayoría de los casos.
Suele ocurrir porque el bebé se distrae o es demasiado goloso y se sobrealimenta.
Si se sobrealimenta, la leche vuelve a subir por su garganta y sale por una de las dos vías. A veces esa vía acaba siendo la nariz.
Es el equivalente a regurgitar, aunque sólo ocurre durante los primeros 12-18 meses de vida del bebé.
Durante ese tiempo, el sistema digestivo del niño aún se está desarrollando y no está tan avanzado como el nuestro, por lo que no puede hacer frente a grandes cantidades de comida.
Por ello, tu hijo suele acabar en esta situación durante la lactancia o el biberón por diversas razones, pero ninguna de ellas es tan peligrosa, y sólo algunas condiciones poco frecuentes pueden ser motivo de alarma.
Entonces, ¿Cuáles son y cómo puedes ayudar a minimizar las posibilidades de que la nariz de tu bebé se convierta en una fuente de leche materna o de fórmula?
Sigue leyendo para descubrirlo.
¿Qué significa que la leche salga de la nariz del bebé?
Este fenómeno no es más que otra forma de regurgitación, una variante infantil del reflujo que se produce por diversos motivos.
Tu hijo se distrae
Una de las razones más comunes suele ser que el niño se distrae con otra cosa en su entorno, ya sea la televisión, que no le prestes atención, y/o que mantengas una conversación al margen, etc.
Esto lleva a que la ya limitada capacidad de atención del niño se desborde, por lo que se olvida casi por completo de lo que estaba tratando de hacer antes, que era regular el equilibrio de la succión y la deglución.
A menudo, esto les lleva a adelantarse y a tragar un poco más de la cuenta, lo que hace que se produzcan regurgitaciones debido a que se atragantan con el exceso de contenido que su pequeño esófago no puede soportar.
Nuestros pequeños pueden ser muy golosos, especialmente cuando están distraídos, así que asegúrate de prestar atención a tu bebé para minimizar las posibilidades de que se sobrealimente.
Problemas relacionados con el pecho
A veces la causa puede ser algo que no puedes controlar pero que puedes tratar, como la congestión mamaria o un desequilibrio entre la leche final y la inicial.
Como ves, se trata de un proceso muy similar al de las regurgitaciones normales, pero cuando tu hijo es todavía un recién nacido, que el contenido de su estómago salga por la boca o por la nariz es más o menos un cara o cruz.
Tragar aire
El otro motivo habitual es que tu pequeño trague mucho aire mientras le das el pecho.
Esto puede deberse a que el niño tiene mucha hambre, lo que hará que empiece a comer con avidez y no regule su respiración con la alimentación, lo que a su vez le lleva a tragar aire.
Un enganche incorrecto
Un mal agarre también puede ser la causa potencial de esto. Si los labios de tu hijo están sueltos y no succionan alrededor del pezón, asegúrate de corregir su posición para evitar que se formen burbujas de aire. ⇒ ¿Cómo puedo saber que el bebé se ha agarrado bien al pecho?
¿Por qué es tan malo tragar aire? Pues porque queda atrapado entre las tragaderas y no se queda en esa pequeña burbuja para siempre.
Una vez que se rompe, lo más probable es que se produzca un eructo que irá seguido de un poco de regurgitación por la nariz o la boca del bebé.
Una válvula estomacal poco desarrollada
El siguiente culpable puede ser una válvula estomacal poco desarrollada en la parte inferior del esófago, un esfínter que se tensa para cerrar el estómago del esófago y empezar a digerir la comida.
Sin embargo, como aún no se ha desarrollado del todo, es probable que esto sea una de las principales causas de un tipo muy específico de regurgitación en los bebés, llamado reflujo infantil o reflujo ácido, o en casos más graves, ERGE (enfermedad por reflujo gastroesofágico).
Este problema en particular puede ser muy molesto para los niños, porque además de escupir, el bebé envía parte de ese ácido estomacal hacia el esófago, lo que lo irritará gravemente, provocando un niño muy molesto e inquieto.
La mayoría de estos problemas deberían remitir cuando el niño cumpla su primer año o hasta los 18 meses de edad, pero si no es así, es posible que tengas que solicitar atención médica adecuada, pero este hecho es muy raro que pase.
Tener un paladar hendido
Otra posible causa poco frecuente podría ser que su hijo tuviera el paladar hendido. Eso sí, se trata de un caso extremadamente raro, pero muy posible.
Tener el paladar hendido significa que tiene un agujero en el paladar, lo que provocará una probabilidad mucho mayor de que la leche materna salga por la nariz del bebé después de la toma.
Esto se debe a la diferencia en la estructura facial y es probable que provoque la obstrucción de los conductos nasales con mucosidad.
Estornudos o tos
La última razón por la que la regurgitación del bebé sale por la nariz puede ser un efecto secundario de la tos o los estornudos.
Esto está relacionado con el subdesarrollo del esfínter esofágico inferior, especialmente en su estado debilitado, donde casi cualquier contracción brusca de los músculos del niño puede hacer que se afloje.
Esto significa que unos pocos estornudos aquí y allá pueden ser suficientes para que la saliva o incluso el vómito suban por el esófago y atraviesen la nariz o la boca del bebé como un proyectil.
Sin embargo, nada de esto es motivo de preocupación, ya que incluso a los niños sanos les puede ocurrir esto varias veces a lo largo del día.
Todo esto se puede remediar muy fácilmente simplemente haciendo eructar a tu hijo después de cada comida o cuando se sienta incómodo.
Le ayudará a eliminar pronto esas burbujas de gas y a regular en cierta medida el exceso de líquido en su organismo.
Por eso, hacer eructar a tu hijo es una lección importante que deben aprender los padres primerizos, ya que les ayudará a ahorrar mucho tiempo y paciencia a la hora de criar a su hijo.
¿Cómo reducir la salida de leche de la nariz del bebé?
Las regurgitaciones son inevitables en los niños, por mucho cuidado que se tenga. No puedes evitarlo, pero puedes ayudar a minimizarlo con métodos muy sencillos.
- No sobrealimentar a tu hijo.
- Regula la tetina de silicona del biberón.
- Minimizar las distracciones durante las tomas.
- Asegúrate de hacerle eructar después de cada toma.
- Alimenta a tu hijo en posición vertical.
- Evita la ropa/pañales ajustados alrededor del abdomen.
- Evita el ejercicio durante al menos una hora después de comer.
- Comprobar si la marca de fórmula es la culpable.
Asegúrate de que las tomas siempre se produzcan en intervalos lo más iguales posible, y que se produzcan a la misma hora, de esta manera tu hijo no tendrá demasiada hambre o avidez porque su comida no se retrasará. Además, dale siempre dosis iguales.
Si tu hijo se siente saciado antes, no insistas en darle más, eso es una receta para el desastre.
Si tu hijo toma el biberón, lo mismo, pero hay un detalle adicional que te será de gran ayuda, y es que te asegures de que el agujero de la tetina de silicona no es demasiado grande, esto evitará que un posible chorro de leche entre en la boca de tu pequeño. Incluso puedes adquirir una tetina de flujo lento si lo necesitas.
Para evitar que tu hijo se distraiga de la alimentación, asegúrate de darle de comer en una habitación tranquila, preferiblemente con poca luz.
Además, si tienes un humidificador o un aparato de ruido blanco en la habitación, podrás calmar al niño y mantenerlo concentrado en la alimentación.
Otra cosa que puedes probar es que eructe después de cada toma. Esto ayuda a asentar la comida en el estómago mucho más fácilmente y ayuda a eliminar cualquier exceso de gas que tu pequeño pueda haber tragado durante la alimentación.
Una vez hecho esto, colócalo en posición vertical. Mantener al bebé en posición vertical durante unos 15-30 minutos después de cada toma ayuda a mantener la comida y permite que se asiente mejor que si está tumbado sobre la espalda.
Por último, si alimentas a tu hijo con leche de fórmula y este problema sigue apareciendo, puede que merezca la pena inspeccionar la propia leche de fórmula en busca de algún ingrediente que pueda causar irritación en el estómago de tu hijo.
Si sospechas que algo no va bien, ponte en contacto con tu médico de cabecera y concierta una cita para que pueda llegar con seguridad a la raíz del problema.
Cuándo preocuparse y acudir al médico
- Restos de sangre en la regurgitación.
- La regurgitación tiene una textura similar a la de los mocos, a menudo de color verde o amarillo (señal de una infección estomacal).
- El bebé está más inquieto o tiene más cólicos de lo habitual.
- Tu hijo está perdiendo peso.
- Tu bebé parece tener dificultades para respirar o su cara empieza a cambiar de color
- Su caca ha cambiado de textura, color o tiene restos de sangre/mucosidad.
- La mayoría de estas situaciones son causas inmediatas de alarma, y las más comunes son las obstrucciones intestinales o las infecciones estomacales provocadas por un virus o por algo malo que haya comido.
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