Mi niño no me come. Esta es una frase y una queja muy repetida y escuchada entre padres y madres.
¿Tu hijo come como un pajarito? ¿Apenas toca su plato y esto te preocupa? Esto es lo que debes saber para tranquilizarte y guiarte.
¿Por qué algunos niños comen tan poco?
Algunos niños no comen mucho porque son pequeños y sencillamente escuchan su hambre. Otros no comen casi nada en las comidas porque suelen picar entre horas. También hay niños que se interesan poco por la comida porque prefieren jugar. Hay soluciones para todas estas situaciones.
Lo primero que hay que saber es que el hambre y el apetito varían de un día a otro y de un niño a otro. Deja que tu hijo escuche su hambre y no le obligues a comer una determinada cantidad. Un niño sano sabe naturalmente cuánto debe comer.
¿Qué hacer?
- Establece un horario de tres comidas y tres tentempiés al día, dejando al menos dos horas entre cada uno. Evita que tu hijo coma entre horas, ya que esto le quitará el hambre.
- Evita que tu hijo beba demasiado cerca de las comidas. Los líquidos suprimen el hambre. Ofrécele el menor número posible de zumos o bebidas azucaradas, ya que son los más perjudiciales para la alimentación. Tu hijo puede, por supuesto, tomar un vaso de agua o leche en la mesa.
- Deja un tiempo de tranquilidad antes de la comida para preparar mejor a tu hijo para comer.
- Pide a tu hijo que se siente a la mesa contigo, aunque diga que no tiene hambre. La hora de la comida también es un momento para reunirse y hablar.
- Crea un ambiente agradable sin pantallas (televisión, tablet...) a la hora de comer, ¡porque es bueno para el apetito!
Lo que no hay que hacer
- No obligues a tu hijo a comer. Puede resistirse aún más o, por el contrario, obedecer, pero comerá sin tener hambre. Además, obligar a un niño a comer puede desvirtuar el ambiente de la comida.
- No fuerces a tu hijo a comer determinados alimentos, ya que esto los hace cada vez menos atractivos.
- No ofrezcas comida con demasiada frecuencia. Aunque apenas mordisquee cada vez, nunca tiene tiempo de estar realmente hambriento.
- No le digas a tu hijo que no come, que no le gusta nada, que está flaco, que estás preocupado por él o que se va a morir de hambre. Esto puede hacer que tu hijo se sienta presionado o preocupado. Intenta no hablar demasiado de su poco apetito, ya que esto dará mejores resultados.
Nos preocupamos y obsesionamos con el tema de la comida, pero, ¿realmente nuestros hijos tienen un problema?. Tan importante es, que el pediatra Carlos González trató el asunto en su libro Mi niño no me come.
En su libro, el Doctor González nos da una serie de consejos muy útiles para hacernos comprender que realmente no existe tal problema. Aquí os dejamos algunos puntos importantes que se desgranan en el libro.
¿Qué hacer con un niño que come poco?
- No obligar nunca a comer al niño. No debemos intentar que un niño trague la comida a toda costa, es una falta de respeto, podemos provocarle el vómito y podemos generar un rechazo de por vida hacia ese alimento.
- Cuanta cantidad de comida es necesaria. Muchas veces pretendemos que coman la misma cantidad que un adulto. ¿Cuánto pones en tu plato de adulto, y cuánto en su plato de niño?. Además no todos los niños comen o necesitan la misma cantidad de comida.
- ¿Seguro que no comen nada?. Muchos padres exageran, dicen que sus hijos no comen nada, pero lo que ocurre es que no comen lo que ellos pretenden.
- La crisis del año. A partir del año, aproximadamente, la velocidad decrecimiento disminuye y por ese motivo no necesitan la misma cantidad de alimento. A partir de los 5 años aumentarán el gasto energético y las necesidades alimenticias.
- El percentil. Muchos padres se obsesionan con estas medidas.
- Defensas infantiles. Evolutivamente los niños rechazan los sabores desconocidos por simple supervivencia, por instinto. Si les obligamos a comer algo que no desean, harán bola, escupirán e incluso vomitarán.
- Alergias. A veces un niño se puede negar a comer porque una serie de alimentos pueden causar alergia, y el niño sentirse mal tras su ingesta. Debemos tener este aspecto muy en cuenta.
- Las papillas. En los niños que lactan, se tiende a dejar una toma para ofrecer papillas, por la creencia (falsa) de que los cereales alimentan más. Nunca debemos sustituir el pecho por una papilla. Generalmente no suelen acabarse la medida que se les pone, ya que es orientativa, a pesar de que los padres se obsesionen con eso.
- Verduras. El estómago infantil admite pequeñas cantidades, muchas calorías en poco volumen. Las verduras tienen fibra y poca caloría, por tanto les llena sin saciarles. Por ese motivo tras unas pocas cucharadas no suelen querer más.
- Papillas de frutas. Pasa como con las verduras. Con las frutas es recomendable darles trocitos de una sola fruta. No es obligatorio que coman los archiconocidos purés de varias frutas.
- Respetar el sueño. Algunos padres les dan un biberón cuando duermen. Pero también pretenden que coman al despertar.
- No hace falta acostumbrarles a comer de todo. Obligarle a comer un alimento que rechaza, es la mejor manera para que no lo coma el resto de su vida.
- Comer solo. En muchas ocasiones los padres les metemos una cucharada tras otra sin darnos cuenta que ellos quieren un poquito de independencia. Se mancharán más, tardarán más pero seguro que comerán más satisfechos.
- Estrategias. No convertir la comida en un castigo, no guardar la comida para la cena, y similares. Ponerle en el plato solo lo que sepas que tomará, tanto si son tres cucharadas como si son seis. Si ve el plato vacío y tiene más hambre, pedirá más comida.
- No utilizar sobornos, chantajes, regañinas o reproches.
Estos son algunos de los consejos que nos ofrece Carlos González en su libro Mi niño no me come, pero hay más. Os recomendamos su lectura.
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