El sabor no es el único placer que trae la comida. La textura es también una fuente de estimulación sensorial. Masticar, morder... La llegada de los alimentos sólidos cambia las percepciones de un niño.
La boca es para el bebé una verdadera herramienta para explorar el universo. La relación entre las diferentes etapas de la oralidad y la maduración neuropsicológica es evidente. La diversificación de la dieta, además del conocimiento de nuevos sabores, implica una evolución en la textura de los alimentos necesaria para la progresiva adquisición de la autonomía alimentaria. La masticación es el resultado de un largo proceso de aprendizaje.
La alimentación: un reflejo en los bebés
La función oral es la primera función motora que se organiza en el feto con la aparición del reflejo de succión a partir de la décima semana de vida en el útero y la deglución alrededor de la decimoquinta semana.
Cuando el recién nacido nace a término, el equipo neurológico necesario para la lactancia está maduro y el recién nacido es capaz de succionar durante una hora y media al día. El bebé prematuro mama menos tiempo y el muy prematuro, incapaz de mamar, debe ser alimentado a través de un tubo colocado en el estómago o el duodeno.
En los lactantes a término, la alimentación es inicialmente exclusivamente líquida y homogénea.
Alrededor de 4 meses, la parte delantera de la lengua comienza a utilizarse para tragar y la actividad de la amilasa pancreática permite la digestión de mayores cantidades de almidón. El reflejo de succión (máximo alrededor de 4 meses) comienza a debilitarse y desaparece alrededor de 6 meses, cuando se hace posible la masticación.
Aprender a masticar
A partir de los 6 meses de edad, la boca es el asiento de cambios notables: aparición de los primeros dientes, evolución de la ecología bacteriana, reconocimiento de los objetos llevados a la boca y, en cuanto a la comida, selección de sabores y abandono progresivo de la succión para aprender a usar una cuchara.
Si bien la serie de succión y deglución de las primeras semanas fue un automatismo predeterminado, la masticación es el resultado de un verdadero proceso de aprendizaje que requiere la maduración del sistema nervioso central y de las diferentes estructuras sensomotoras: áreas cerebrales corticales, frontales y parietales, cerebelo para la coordinación de movimientos y nervios craneales.
El "yo del gusto"
Durante los últimos seis meses del primer año de vida, los lactantes aprenden a utilizar su lengua para llevarse la comida a la boca y a reconocer la consistencia de esta. Descubre la increíble experiencia de morder y triturar la comida en su boca y así poco a poco va construyendo su "yo del gusto".
El período de diversificación de la alimentación corresponde a una nueva actitud del niño hacia la comida; es lo que algunos llaman la "paradoja omnívora": el niño se encuentra dividido entre su tendencia a explorar (necesidad de variedad) y el miedo a lo desconocido (resistencia a la novedad).
El descubrimiento de nuevas texturas
La introducción de alimentos sólidos en la segunda mitad del año es un paso importante que requiere una verdadera estrategia. El descubrimiento de nuevas texturas debe hacerse gradualmente. Los alimentos de consistencia pastosa se ofrecerán primero y luego gradualmente llegarán a la etapa semisólida. Para obtener la consistencia deseada, basta con reducir el tiempo necesario para mezclar los alimentos cada semana, luego cada día, o utilizar las diferentes cuchillas del molino de vegetales empezando por las más finas.
Es necesario estimular al niño y renovar los días siguientes en caso de rechazo los intentos de introducir diversas texturas. Se pueden proponer alimentos que se desintegran fácilmente en la boca (tapioca o sémola en la sopa), y luego alimentos que son grumosos o que requieren una masticación más eficiente, teniendo en cuenta que la carne es más difícil de masticar debido a su naturaleza fibrosa. Por ejemplo, se ofrecerán galletas, luego pasta y arroz, frutas y verduras mezcladas y trituradas, pescado y carne mezclados y molidos.
🔆 Recetas de Cremas y Purés para Bebés a partir de 6 meses
El síndrome de la batidora
Mezclar las texturas es una forma de ayudar al niño a aceptarlas. Sólo moler finamente el puré de verduras y menos finamente la carne un día, y hacer lo contrario al día siguiente.
Los cambios de textura deben introducirse entre los 7 y 8 meses de edad. Más adelante, el bebé corre el riesgo de adquirir el hábito de "todo molido" y rechazar los trozos como parte del "síndrome de la batidora" que afecta a los niños que han sido alimentados durante demasiado tiempo sólo con purés fluidos y tarros pequeños.
El rechazo de grumos o trozos
El rechazo de los grumos o de las texturas grumosas se relaciona a veces con un percance o una dificultad para tragar que se produjo durante una de las primeras tomas de trozos pequeños y que el bebé recuerda. También puede estar relacionado con un retraso en la introducción de alimentos molidos (síndrome de la batidora).
Entonces es necesario ofrecer pequeños trozos al bebé separándolos bien del puré mixto que come al mismo tiempo. Si se niega a comerlas, no insistas ni le obligues. Repetir las presentaciones pacientemente suele resolver el problema. Si el rechazo de los trozos persiste más allá de 2-3 años, consulta a su pediatra.
******Siempre se debe consultar a los médicos sobre cuándo presentar a los bebés los alimentos alergénicos y no consultar a las personas que comentan en los foros de las redes sociales.*****
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