La neumonía es una infección respiratoria que inflama los sacos de aire de los pulmones y provoca tos, dificultad para respirar, escalofríos, fiebre y dolor en el pecho. Cada año se diagnostican millones de casos en el mundo, y casi la mitad de estos pacientes pueden enfermar lo suficiente como para ser hospitalizados. Aunque algunos casos de neumonía son leves, la neumonía debe tomarse siempre en serio, especialmente cuando se está embarazada.
La neumonía durante el embarazo, conocida como neumonía materna, no sólo pone en peligro a la mujer que la padece, sino que puede tener consecuencias para su bebé, como un mayor riesgo de parto prematuro y bajo peso al nacer.
Cómo se contrae la neumonía
Hay más de 30 causas diferentes de neumonía. Se puede contraer una neumonía por una infección bacteriana o por un virus, como la gripe, la varicela o el herpes zóster; o incluso por hongos. Las personas suelen desarrollar neumonía después de contraer un resfriado o la gripe.
La exposición a los gérmenes aumenta el riesgo de contraer neumonía. Se advierte a las mujeres embarazadas que eviten a los enfermos, ya que los gérmenes pueden propagarse al estornudar, toser, hablar o incluso reírse. Evitar el contacto físico directo no siempre es eficaz, ya que los gérmenes, una vez transmitidos por el aire, pueden propagarse en un radio de dos metros.
Trabajar en algunas profesiones aumenta el riesgo de exposición. Por ejemplo, trabajar con niños pequeños o pasar largos periodos de tiempo en hospitales o residencias de ancianos puede exponer a una mujer embarazada a más bacterias o virus que provoquen neumonía. Algunas enfermedades preexistentes también aumentan la vulnerabilidad de la mujer. Si una mujer fuma, tiene asma, su sistema inmunitario está debilitado o tiene anemia, puede ser más vulnerable a desarrollar una infección pulmonar y a tener complicaciones. La neumonía también puede empeorar las enfermedades crónicas que afectan a los pulmones y al corazón.
Cómo saber si tienes neumonía
No siempre es fácil saber si se trata de una gripe o de algo más grave, pero durante el embarazo es mejor ser precavida. Los siguientes síntomas deben hacer que acudas a tu médico:
- Tos con mucosidad verde, amarilla o sanguinolenta.
- Escalofríos.
- Fiebre.
- Fatiga.
- Respiración rápida.
- Dolor en el pecho.
- Pérdida de apetito.
- Náuseas y/o vómitos.
Cualquier tipo de enfermedad respiratoria durante el embarazo debe hacer que se acuda al médico. Para determinar si se trata de una neumonía y la mejor manera de tratarla, el médico puede hacerte preguntas sobre la naturaleza y la gravedad de los síntomas, auscultarte los pulmones, hacerte un análisis de sangre, tomar una muestra de líquido de los pulmones para encontrar el origen de la infección y hacerte una radiografía de tórax para determinar dónde está localizada la infección.
La detección precoz de la neumonía aumenta las posibilidades de una rápida recuperación y puede minimizar el tiempo necesario para el tratamiento.
¿Qué hay que hacer si se tiene neumonía?
El tratamiento de la neumonía depende de la causa de la infección. La neumonía bacteriana requiere antibióticos, mientras que la neumonía vírica se trata con medicamentos antivirales. Ninguno de los dos puede responder bien a la neumonía causada por un hongo, que requiere un tratamiento antifúngico. Muchos antibióticos se consideran seguros durante el embarazo, al igual que la mayoría de los tratamientos antivirales. El médico también puede recomendar una terapia respiratoria, como el uso de un broncodilatador, para ayudar a respirar.
Aunque se pueden utilizar medicamentos de venta libre para ayudar a reducir el dolor y la fiebre, asegúrate de comentar con tu médico el uso de cualquier medicamento de venta libre.
La recuperación de la neumonía también requiere reposo en cama y beber mucho líquido. Los casos leves pueden tratarse en casa con medicación y reposo. Los casos graves o complicados pueden requerir hospitalización si hay necesidad de oxígeno suplementario y otros sistemas de apoyo que mantengan el funcionamiento eficaz del organismo. A veces es necesaria una intervención quirúrgica para limpiar los pulmones.
Asegúrate de terminar cualquier tratamiento que te prescriba tu médico. Dejar de tomar antibióticos a mitad de un tratamiento, por ejemplo, podría retrasar su recuperación y hacer que te pongas aún más enferma. Para evitar el contagio de gérmenes a otros miembros de su familia, lávate las manos con frecuencia. Tose o estornuda en pañuelos de papel. No compartas los utensilios, las toallas ni el cepillo de dientes.
Cómo minimizar las posibilidades de contraer neumonía
La mejor manera y la más segura de tratar la neumonía es no contraerla. Afortunadamente, hay formas de reducir el riesgo. En primer lugar, consulta a tu médico para que te ponga la vacuna contra la gripe, que puede ayudar a prevenir las infecciones que suelen provocar neumonía. Lávate las manos con frecuencia, especialmente si trabajas con niños pequeños, en hospitales o en residencias de ancianos. Si es posible, evita el contacto con personas enfermas. Procura mantenerte saludable comiendo alimentos nutritivos y durmiendo lo suficiente. No fumes.
Aunque la mayoría de las personas se recuperan de la neumonía, ésta puede ser mortal, así que tómate en serio los posibles síntomas. Haz lo que puedas para reducir el riesgo y, si desarrollas posibles síntomas de neumonía, informa a tu médico.
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