¿Qué es la enfermedad de Graves? ¿Cuáles son los síntomas y los tratamientos? ¿Son compatibles el embarazo y la enfermedad de Graves? ¿Se puede dar el pecho si se tiene la enfermedad de Graves? Te contamos todo sobre esta enfermedad del tiroides y sus repercusiones en la maternidad.
¿Qué es la enfermedad de Graves?
La enfermedad de Graves es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca a la glándula tiroides. La glándula tiroidea es un pequeño órgano endocrino situado en la base del cuello, que produce las hormonas tiroideas necesarias para el buen funcionamiento del organismo.
En detalle, el cuerpo de una persona con la enfermedad de Graves produce anticuerpos contra el receptor de la hormona estimulante del tiroides, o TSH, que activa la secreción de las hormonas tiroideas T3 y T4. Esta sobreproducción no puede ser regulada por el organismo, lo que da lugar al hipertiroidismo.
A diferencia de otras formas de hipertiroidismo, la enfermedad de Graves tiende a evolucionar por fases, con períodos de brotes y remisiones que son difíciles o imposibles de predecir.
Cabe señalar que, aunque todavía no está claro el motivo, la enfermedad de Graves afecta a las mujeres seis veces más que a los hombres por término medio.
¿Cuáles son los síntomas de la enfermedad de Graves?
Los síntomas de la enfermedad de Graves son similares a los del hipertiroidismo, aunque pueden aparecer de forma más repentina:
- Pérdida de peso inexplicable, sin disminución de la ingesta de alimentos.
- Fatiga inexplicable.
- Palpitaciones y taquicardia.
- Sudores.
- Sed constante.
- Nerviosismo e irritabilidad.
- Dificultad para concentrarse.
- Ojos hinchados, rojos o incluso llorosos (lo que se conoce como orbitopatía distiroidea).
- Presencia de un bulto en la base del cuello (bocio).
Para diagnosticar estos síntomas, el médico suele prescribir un análisis de sangre para medir las hormonas tiroideas (TSH, T3 y T4) y los anticuerpos presentes. También se puede realizar una ecografía del tiroides o una exploración de la glándula tiroidea para observar la glándula tiroidea.
Hay que tener en cuenta que, durante el embarazo, la enfermedad de Graves puede pasar desapercibida (si no se ha diagnosticado antes), pero también puede manifestarse mediante síntomas como la falta de aumento de peso a pesar de comer normalmente, o incluso la pérdida de peso en contraste con la conservación del apetito, y una taquicardia permanente superior a 90 latidos por minuto. Otros signos de hipertiroidismo, como el bocio, la fatiga o la dificultad para concentrarse, pueden confundirse, por desgracia, con los síntomas del embarazo y, por tanto, pasar desapercibidos.
Enfermedad de Graves: ¿Cuál es el tratamiento?
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La enfermedad de Graves no tiene cura. Hay tres opciones de tratamiento diferentes, cada una con sus propias ventajas e inconvenientes. Se puede ofrecer un tratamiento farmacológico con fármacos antitiroideos para bloquear la producción de hormonas tiroideas. Un segundo enfoque consiste en destruir las células tiroideas con yodo radiactivo, mientras que el tercer enfoque es quirúrgico y consiste en la extirpación de la glándula tiroidea (tiroidectomía). Sin embargo, esto implica tomar hormonas sintéticas de por vida para reemplazar la función tiroidea perdida.
Hay que tener en cuenta que la presencia de la enfermedad de Graves antes o durante el embarazo debe dar lugar, evidentemente, a un seguimiento médico muy específico, con el fin de garantizar que los medicamentos y los tratamientos de la enfermedad no sean perjudiciales para el feto. Obviamente, el tratamiento con yodo radiactivo no se recomienda a las mujeres embarazadas. Los medicamentos deben adaptarse lo mejor posible para no perjudicar la función tiroidea del feto. Por lo tanto, el médico elegirá fármacos que no atraviesen mucho la barrera placentaria, si es que lo hacen, para limitar sus efectos sobre el desarrollo fetal, y las dosis de estos fármacos deben limitarse al máximo.
Hipertiroidismo, hipotiroidismo y embarazo: ¿Cuáles son los riesgos?
El hipotiroidismo, al igual que el hipertiroidismo, no está exento de riesgos para la buena marcha del embarazo y la salud del feto, sobre todo en ausencia de un tratamiento y una gestión adecuados.
El hipotiroidismo y el hipertiroidismo pueden provocar abortos, hipertensión, preeclampsia, partos prematuros, retraso en el crecimiento del feto o retraso en el desarrollo psicomotor del feto.
Durante el embarazo, los problemas de tiroides deben vigilarse estrechamente, incluyendo mediciones regulares de la hormona TSH, y el tratamiento debe ajustarse en consecuencia. Y el feto suele controlarse mediante ecografía, sobre todo para buscar un posible bocio, signo de hipertiroidismo, o por el contrario signos de hipotiroidismo.
La enfermedad de Graves y el deseo de quedarse embarazada
Es posible quedarse embarazada si se tiene la enfermedad de Graves. Lo principal es hacer los preparativos con antelación y estar bien controlada una vez que se esté embarazada, para poder adaptar el tratamiento en consecuencia. Hay fármacos antitiroideos que pueden causar malformaciones fetales y otros que son preferibles por su menor paso transplacentario.
¿Cómo se desarrolla la enfermedad de Graves en las mujeres embarazadas?
Al igual que otras enfermedades inmunológicas, la enfermedad de Graves tiende a mejorar en las mujeres embarazadas, ya que el embarazo es un estado de inmunodepresión relativa. Esto significa que el sistema inmunitario de la mujer embarazada es algo más débil que antes del embarazo, para evitar que el organismo rechace al feto. Al tratarse de una enfermedad autoinmune, el hipertiroidismo resultante de la enfermedad de Graves tiende a disminuir, especialmente durante la segunda mitad del embarazo. El inicio del embarazo o el posparto, por el contrario, serían períodos favorables para un empeoramiento de la enfermedad o una recaída.
La enfermedad de Graves y la lactancia materna: no son necesariamente incompatibles
En general, no se recomienda la lactancia materna en caso de tratamiento con fármacos antitiroideos de síntesis, debido a su paso a la leche materna. Del mismo modo que hay medicamentos antitiroideos que no se recomiendan durante el embarazo, hay tratamientos para la enfermedad de Graves que están contraindicados durante la lactancia. Sin embargo, con una estrecha vigilancia del lactante, el uso de dosis bajas de propiltiouracilo (PTU) es posible en las mujeres lactantes.
Como hemos visto, si el embarazo y la lactancia tienen lugar después de la extirpación quirúrgica de la glándula tiroides, hay que tomar hormonas tiroideas de por vida. Al igual que en el caso del hipotiroidismo (cuyo tratamiento básico es la levotiroxina), este aporte de hormonas tiroideas puede ser compatible con la lactancia materna, bajo estrecha supervisión médica.
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