El término sepsis se refiere a una infección en todo el cuerpo. En realidad, la definición técnica de sepsis es muy compleja y cambia cada pocos años, ya que los médicos de cuidados críticos aprenden más y ajustan las categorías de sepsis. Esto facilita el estudio de los distintos tratamientos y sus efectos en las tasas de recuperación y muerte. Pero sólo hay que recordar que hay una infección por microorganismos patógenos (causantes de la enfermedad) en la sangre (septicemia), o en otros tejidos de todo el cuerpo, y que el organismo está respondiendo de forma que provoca el mal funcionamiento de los órganos. Es posible desarrollar una sepsis por una infección vírica o por una infección fúngica, pero la mayoría de los casos de sepsis se deben a bacterias.
La sepsis puede ser una complicación de una serie de afecciones infecciosas, como las infecciones abdominales (apendicitis, colecistitis [infección de la vesícula biliar], peritonitis), la neumonía, las infecciones renales y otras infecciones del tracto urinario, y las infecciones del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). También se puede desarrollar sepsis a través de la piel, por ejemplo, por infecciones cutáneas, por heridas y por catéteres intravenosos, incluidas las vías centrales (catéter en una vena grande y profunda).
La sepsis también puede desarrollarse a partir de infecciones propias del embarazo, como la corioamnionitis (infección de las membranas fetales), la endometritis (capa endometrial del útero infectada), la retención de productos de la gestación en el útero (tras un aborto espontáneo o un parto de mortinato, o tras el nacimiento de un bebé), y las infecciones posparto debidas a la entrada de bacterias a través del canal del parto o a través de una incisión de cesárea (esto incluye la endometritis, pero también otras infecciones obstétricas).
Hoy en día, la sepsis materna es mucho menos común en los países desarrollados que en los no desarrollados, pero todavía puede ocurrir y, cuando lo hace, es una situación que pone en peligro la vida de la madre y, si ocurre antes del parto, también la del feto.
Las principales categorías de medicamentos para tratar la sepsis consisten en antibióticos para combatir la infección, medicamentos para aumentar la presión arterial (vasopresores) y líquidos intravenosos. Pueden elegirse regímenes de antibióticos que sean compatibles con el embarazo, pero la sepsis es una afección que pone en peligro la vida de la mujer y que se trata en un entorno de cuidados intensivos. Esto significa que los medicamentos, incluidos los que afectan al sistema cardiovascular, deben elegirse primero por su capacidad para salvar la vida de la madre.
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