Embarazo y espondilitis anquilosante
Como suele afectar a personas jóvenes antes de los 30 años, y casi siempre antes de los 45, la espondilitis anquilosante puede producir síntomas durante el embarazo, cuando el cuerpo está sometido a estrés. La espondilitis anquilosante es una enfermedad de larga duración (crónica) que afecta al sistema óseo. Provoca artritis en la pelvis y la espalda, es decir, inflamación de las vértebras de la columna vertebral y de las conexiones entre la parte inferior de la columna y la pelvis. Con el tiempo, la inflamación vertebral destruye vértebras y fusiona la columna sacra y los huesos ilíacos de la pelvis. Si se padece espondilitis anquilosante, se experimenta un dolor de espalda cada vez más intenso y una rigidez progresiva de la columna vertebral. Los síntomas suelen ser peores por la mañana y mejoran durante y después del ejercicio. La rigidez está relacionada con la fusión de los huesos vertebrales. Con el tiempo, este proceso deforma la columna vertebral, lo que interfiere con la postura y las actividades, incluida la marcha. Si además te quedas embarazada, debido al crecimiento del útero (que suele producir dolor de espalda incluso en embarazos normales), la deformación de la espalda aumenta, mientras que la rigidez y el dolor pueden empeorar. Por tanto, la espondilitis anquilosante puede rebrotar durante el embarazo. También puede aparecer por primera vez durante el embarazo, o puede exacerbar el dolor de espalda y de pelvis, y normalmente se desarrolla hacia el final del embarazo.
Si el médico de atención primaria sospecha que se trata de una espondilitis anquilosante o de alguna otra enfermedad inflamatoria, es posible que solicite algunas pruebas de laboratorio básicas, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) o la proteína C reactiva. También es posible que te pidan radiografías de la columna vertebral o una resonancia magnética de la pelvis. Si estás embarazada y, por lo tanto, acudes a un obstetra con regularidad, éste puede asumir el papel del médico de atención primaria y solicitar estas pruebas. Durante la visita al consultorio, el médico también realizará un examen físico con énfasis en el sistema musculoesquelético. Examinará su postura y la curvatura natural de la parte inferior y superior de la espalda (denominadas "lordosis lumbar" y "cifosis torácica"). También evaluarán la amplitud de movimiento y la flexibilidad de varias articulaciones.
Tras la evaluación inicial, el médico probablemente te enviará a un reumatólogo, que continuará el estudio diagnóstico, especialmente con pruebas de laboratorio y de imagen adicionales. Algunas pruebas serán para descartar otras afecciones que pueden parecerse a la espondilitis anquilosante. Entre estas afecciones se encuentran el dolor lumbar mecánico, la estenosis espinal lumbar (estrechamiento del canal interior de la columna vertebral que encierra y protege la médula espinal) y la artritis reumatoide. Una de las pruebas más importantes se llama "HLA-B27" y permite al reumatólogo distinguir entre la espondilitis anquilosante y otras afecciones.
Hay dos categorías principales de fármacos que son eficaces contra la espondilitis anquilosante: los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los inhibidores de la necrosis tumoral. Los AINE incluyen el ibuprofeno, el naproxeno y otros. Existe cierta preocupación por el hecho de que los AINE en dosis elevadas al principio del embarazo puedan provocar un aborto espontáneo (aborto involuntario) y posiblemente defectos de nacimiento. Mucho más preocupante (debido a las pruebas científicas más sólidas) es que al final del embarazo (después de las 30 semanas de gestación), los AINE pueden provocar el cierre prematuro del conducto arterioso; éste es un conducto que permite que la sangre fluya desde la arteria pulmonar hasta la aorta durante la vida del feto, para que la sangre oxigenada pueda llegar a los tejidos fetales. Los AINE se consideran bastante seguros en las madres que están amamantando.
En cuanto a los inhibidores de la necrosis tumoral, hay algunas pruebas de que, si se toman al final del embarazo, pueden interferir en el sistema inmunitario del neonato, pero se necesitan más estudios para saber si son perjudiciales. Los inhibidores del factor de necrosis tumoral también pueden pasar a la leche materna, pero esto también se basa en estudios limitados. Sin embargo, si te preocupan los riesgos desconocidos, simplemente no des el pecho, ya que los bebés que toman leche de fórmula probablemente estén tan bien como los que son amamantados.
Una cuestión importante relacionada con la espondilitis anquilosante cuando se está embarazada es que puede tener un rango de movimiento limitado en las articulaciones de la parte inferior de la espalda y la pelvis. Esto significa que no podrás abrir las piernas con facilidad, por lo que es probable que tu obstetra te practique una cesárea.
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