El botulismo es una afección causada por una toxina llamada toxina botulínica, producida por una especie bacteriana llamada Clostridium botulinum y que provoca parálisis. La exposición a la toxina botulínica puede provenir de la ingestión de alimentos contaminados, especialmente los caseros que han sido enlatados o conservados incorrectamente. La exposición también puede provenir de la presencia de esporas de C. botulinum en una herida o en los intestinos. Además, la toxina botulínica se administra como tratamiento (Botox) para ciertas afecciones, como la migraña y para las arrugas. Los casos raros de sobredosis de Botox también pueden causar botulismo, pero la mayor parte del botulismo proviene de alimentos contaminados y de esporas en las heridas.
Los síntomas de parálisis por botulismo pueden incluir problemas visuales (incluyendo visión doble y visión borrosa) y problemas para mantener los ojos abiertos, dificultad para tragar y hablar, debilidad de los músculos faciales, falta de aliento (disnea) y sequedad de boca. Los síntomas del botulismo alimentario suelen comenzar entre 12 y 36 horas después de la ingestión del alimento contaminado, mientras que el botulismo por heridas puede tardar varios días en desarrollarse. En cualquiera de los dos casos, la parálisis puede avanzar hasta el punto de impedir que la persona pueda respirar, en cuyo caso la condición será fatal a menos que la persona sea puesta en ventilación mecánica. Por lo general, la insuficiencia respiratoria no se desarrolla hasta después de que hayan comenzado los otros síntomas, pero ocasionalmente, la insuficiencia del sistema respiratorio ha sido uno de los primeros síntomas. En los casos de botulismo materno, la vida del bebé está en peligro, en primer lugar porque la vida de la madre está en peligro. Debido al reducido número de casos, no es posible conocer todos los posibles efectos sobre el bebé, pero la literatura médica informa de que 6 de las 17 mujeres con botulismo han dado a luz a bebés prematuros.
El diagnóstico del botulismo comienza con la exploración física, haciendo hincapié en el examen neurológico, en busca de debilidad muscular y parálisis. Los signos de parálisis incluyen debilidad en la voz y párpados caídos. Los médicos también preguntarán sobre el historial reciente con respecto al consumo de alimentos que puedan haber estado contaminados con toxina botulínica y examinarán las heridas que puedan haber estado contaminadas con C. botulinum. Los médicos deben prestar mucha atención al examen para detectar signos de dificultades relacionadas con los nervios craneales, que son doce nervios a cada lado del cuerpo que transportan información entre el cerebro y otras zonas, sobre todo en la cabeza y el cuello, sin que intervenga la médula espinal. A pesar de conocer el cuadro clínico del botulismo y su evolución, la literatura médica ha documentado varios casos de botulismo que han sido mal diagnosticados. El diagnóstico erróneo o el retraso en el mismo puede tener un efecto profundamente negativo en la supervivencia. Las afecciones neurológicas que pueden confundirse con el botulismo incluyen la miastenia grave y el síndrome de Guillain-Barré. Algunos investigadores sugieren que los médicos deben mantener un nivel de sospecha de botulismo especialmente alto cuando se trata de mujeres embarazadas o en período de posparto, no porque la enfermedad sea común, sino debido al hecho de que dichas mujeres pueden ser más susceptibles que otras y posiblemente experimenten un tipo de botulismo más extremo. La sospecha de botulismo iniciará un proceso que conducirá a la realización de pruebas de laboratorio de las posibles fuentes de contaminación, en las que pueden participar organismos gubernamentales, como los departamentos locales de salud pública.
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El botulismo puede tratarse con una inyección de antitoxina botulínica. La antitoxina consiste en anticuerpos o partes de anticuerpos que se unen a la toxina botulínica y bloquean sus efectos. En los casos de botulismo en heridas, se pueden administrar antibióticos como tratamiento adicional para hacer frente a cualquier C. botulinum que pueda seguir creciendo en la herida y produciendo toxina. Los antibióticos no son útiles en el botulismo de origen alimentario, porque toda la toxina procede de los alimentos que la persona ha ingerido y no se produce más toxina. Por lo general, una mujer embarazada que sufra botulismo será ingresada en la unidad de cuidados intensivos y sometida a ventilación mecánica.
En cuanto a las cuestiones relacionadas con las madres lactantes, no ha habido suficientes casos de botulismo posparto para que los investigadores puedan estudiar la cuestión de la antitoxina y la leche materna. No obstante, no es probable que la antitoxina perjudique a un bebé lactante aunque pase a la leche materna. En cuanto a la toxina botulínica en sí, los investigadores no creen que pase a la leche materna.
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