Tras el parto, pueden surgir complicaciones, sobre todo hemorragias o infecciones. Para prevenirlas, evitarlas o incluso tratarlas, la revisión uterina es útil en determinadas situaciones. Sin ser sistemática, la revisión uterina después del parto tiene tres indicaciones principales.
Tras el final del trabajo de parto, sigue el alumbramiento, que es la expulsión de la placenta, una etapa final pero muy importante del nacimiento. Aproximadamente 20 minutos después del nacimiento del bebé, se producen nuevas contracciones que hacen que la placenta se desprenda de la pared interna del útero y de las membranas que forman el saco del bebé. Las contracciones continúan hasta que la placenta es expulsada de forma natural a través de la vagina, facilitada por los pujos de la madre y, a veces, con la ayuda del obstetra o la matrona. Una vez completada la expulsión, el obstetra o la matrona examinan cuidadosamente la placenta para asegurarse de que está entera, comprobando que todas sus partes están presentes.
¿En que consiste la revisión uterina posparto?
Es un procedimiento médico que puede ser realizado manualmente por el médico o la matrona, sin utilizar ningún instrumento.
Es un procedimiento meticuloso que requiere una preparación igualmente meticulosa, ya que deben aplicarse rigurosas medidas de asepsia para evitar cualquier riesgo de infección. Una vez realizada la asepsia y la antisepsia, la matrona o el médico introduce su mano con una vaina estéril a través de la vagina para comprobar el interior de la cavidad uterina en su totalidad mediante el tacto. Cualquier coágulo o restos de placenta o membrana deben ser retirados manualmente con cuidado. También debe anotarse la presencia de un desgarro uterino o la comprobación del buen estado de la cicatriz en caso de cesárea anterior. A continuación, se lleva a cabo la inyección de un producto que contrae el útero.
Las principales indicaciones de la revisión uterina
A grandes rasgos, existen tres indicaciones para la revisión uterina: la hemorragia del parto, la retención parcial de la placenta y la rotura de un útero cicatrizado o malformado.
Hemorragia de parto
Se trata de una urgencia obstétrica porque puede poner en peligro la vida de la madre y, a veces, incluso del niño. La vigilancia debe ser estrecha sabiendo que, en la mayoría de los casos, la hemorragia del parto se produce en las 2 horas siguientes al mismo. Pero también puede ocurrir antes de la expulsión de la placenta o uno o dos días después.
La hemorragia del parto se define como una pérdida de sangre superior a 500 ml. Se requieren procedimientos obstétricos como la revisión uterina, medidas médicas y una vigilancia constante para evitar pérdidas de sangre importantes.
Los factores de riesgo son muy variados y pueden estar asociados a miomas, placenta previa, útero cicatrizado, antecedentes de hemorragia en el parto, parto prolongado, fiebre, macrosomía, partos múltiples, etc.
En el caso de una hemorragia de parto, el primer paso es la inspección manual de la cavidad uterina para comprobar que está vacía, sin elementos placentarios, membranas o coágulos que puedan explicar la hemorragia. Por supuesto, en el caso de una cesárea anterior, el procedimiento incluye la palpación para comprobar la cicatriz uterina y su integridad.
En todos los casos, la revisión uterina se realiza bajo anestesia general, lo que presupone que la madre sea atendida en una maternidad equipada con personal experimentado.
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Retención parcial de la placenta
Como hemos visto, la revisión uterina no es un procedimiento sistemático después del parto. Sin embargo, a veces ocurre que la placenta se queda "pegada" al útero y que el parto no se produce, o no lo hace completamente. El principal riesgo de esta retención de la placenta es la aparición de una hemorragia genital.
Si después de 30 ó 40 minutos la placenta no ha salido, será necesario realizar un parto artificial: el médico o la matrona sacarán la placenta del útero con la mano, bajo anestesia. Al mismo tiempo, se comprobará la normalidad de la cavidad uterina.
También es posible la retención parcial de la placenta si, tras el parto, quedan pequeños trozos de la misma en la cavidad uterina, por lo que es importante comprobar que se ha expulsado toda la placenta. Esta situación representa un riesgo hemorrágico importante porque los pequeños trozos de placenta, las membranas o los coágulos de sangre prolongan las contracciones uterinas, lo que impide ligar o cerrar los vasos intrauterinos. Además, estos restos, si no se eliminan manualmente, pueden causar infecciones.
Ruptura uterina
En caso de una cesárea anterior antes de un parto vaginal, especialmente si los dos embarazos están próximos, la cicatriz de la cesárea anterior puede desgarrarse. También puede producirse un desgarro en caso de malformación uterina.
También en este caso, la revisión uterina debe realizarse en presencia de una hemorragia y la noción de una cesárea previa. También es una urgencia obstétrica que requiere un tratamiento quirúrgico inmediato si es necesario, bajo anestesia general. El riesgo de rotura uterina es menor, o incluso raro, si la cesárea anterior se realizó en vertical.
Por último, aunque la mayoría de los tratamientos son eficaces, hay que tener en cuenta que la hemorragia del parto es una causa importante de mortalidad materna y que la última etapa terapéutica puede ser la extirpación del útero.
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