El sonambulismo en los niños: ¿Qué lo provoca?
El sonambulismo es un trastorno del sueño que pertenece a la familia de las parasomnias. Es un estado intermedio entre el sueño profundo y la vigilia. Los episodios se producen generalmente en las primeras 3 horas después de acostarse: El niño puede salir de la cama, deambular por la casa con la mirada borrosa, decir cosas incoherentes... Se estima que el 15% de los niños de entre 4 y 12 años padecen sonambulismo de forma episódica y del 1 al 6% de forma regular con varios episodios al mes. Aunque todavía no se han identificado las causas exactas de este trastorno, ciertos factores parecen favorecer la aparición de los ataques.
El sonambulismo: Un terreno genético
La predisposición genética sería el factor predominante. De hecho, en el 80% de los niños sonámbulos se han observado antecedentes familiares. Por lo tanto, el riesgo de padecer sonambulismo es 10 veces mayor si uno de los padres tuvo episodios de sonambulismo en la infancia. Un equipo de investigadores de la Universidad de Ginebra ha identificado el gen responsable de este trastorno. Según el estudio, los portadores de este gen son más propensos que otros a estar afectados.
Sin embargo, casi la mitad de los sonámbulos observados no eran portadores de este gen, por lo que la razón del trastorno tenía un origen diferente. El factor hereditario sigue siendo la causa más común.
Desarrollo del cerebro
Como el sonambulismo es más frecuente en los niños que en los adultos, se considera que está relacionado con el desarrollo del cerebro. La frecuencia de los episodios tiende a disminuir a medida que el niño crece, y en el 80% de los casos el trastorno desaparecerá completamente en la pubertad o en la edad adulta. Sólo el 2-4% de la población adulta sufre de sonambulismo. Por ello, los especialistas creen que hay factores desencadenantes que están relacionados con la maduración del cerebro y el cambio de los ritmos del sueño durante el crecimiento.
Estrés y ansiedad: ¿Una relación con el sonambulismo?
El estrés y la ansiedad también se encuentran entre los factores que favorecen las convulsiones. Los niños con este trastorno pueden ser sonámbulos durante períodos de ansiedad o tras un acontecimiento estresante.
Fatiga o falta de sueño
La falta de sueño o los despertares frecuentes durante la noche también pueden aumentar el riesgo de sonambulismo. Algunos niños experimentan episodios de sonambulismo tras la supresión de las siestas, lo que altera temporalmente el patrón de sueño del niño. Cuando se ha establecido la relación entre el cese de las siestas y la frecuencia de los episodios de sonambulismo, puede ser conveniente restablecer temporalmente la siesta. Esto evitaría un sueño demasiado profundo en la primera mitad de la noche, que favorecería la aparición de convulsiones.
Hay otras causas que pueden provocar una alteración de la calidad del sueño y la aparición de episodios de sonambulismo, especialmente:
- Migraña
- Apnea del sueño.
- Síndrome de las piernas inquietas (SPI).
- Ciertas enfermedades infecciosas que causan fiebre.
- Ciertos medicamentos sedantes, estimulantes o antihistamínicos.
Distensión de la vejiga
Un episodio de sonambulismo puede ser desencadenado a veces por una vejiga demasiado llena que fragmenta el ciclo de sueño del niño. Por lo tanto, se recomienda encarecidamente que los niños con este trastorno limiten su consumo de bebidas por la noche.
Otros desencadenantes
Otros factores conocidos del sonambulismo son:
- Los niños propensos al sonambulismo parecen tener más ataques en un entorno nuevo o ruidoso, especialmente cuando se mudan de casa o se van de vacaciones.
- La actividad física intensa al final del día también parece alterar el sueño y ser la causa de las convulsiones.
- Tampoco es aconsejable exponer al niño a ruidos fuertes o al contacto físico durante el sueño para no provocar el despertar del sonámbulo.
Recomendaciones
Para limitar los riesgos y reducir el número de episodios, es importante asegurarse de que los niños propensos al sonambulismo tengan un buen estilo de vida y una buena higiene del sueño. Estas son las principales recomendaciones que ayudarán a reducir los factores que contribuyen al sonambulismo:
- Establece una rutina diaria estable y predecible que promueva una mejor calidad de sueño.
- Favorecer un ambiente familiar tranquilo y reconfortante, sobre todo al final de la jornada.
- Introducir un ritual nocturno tranquilizador (cuento, masaje relajante, etc.) que permita al niño evacuar las tensiones del día y favorecer un sueño de calidad.
- Eliminar los juegos emocionantes y las actividades físicas intensas al final del día.
- Prohibir el uso de pantallas al menos 2 horas antes de acostarse para ayudar a los niños a conciliar el sueño y conseguir un sueño de calidad.
- Tener cuidado de no beber demasiado al final del día para preservar el sueño y evitar que se despierte.
- En el caso de los niños que son sonámbulos después de dejar de dormir la siesta, la reintroducción de las siestas a veces ayuda a prevenir los ataques.
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