Los adultos y los niños tienen más cosas en común de las que parece a simple vista.
Y es que, mientras que los adultos analizan con frecuencia los celos habituales entre los hermanos pequeños, pierden de vista que a veces, son los propios adultos los que se dejan llevar por envidias y por la vanidad.
Pues bien… ¿Cómo ayudar a los niños a controlar la envidia? En primer lugar, comprendiéndola. Es decir, no hablándole en mil ocasiones de este tema.
Por otro lado, también es esencial que los padres eviten realizar distinciones entre los hijos ensalzando a uno o rebajando al otro. No debe existir un hijo preferido de hecho, lo ideal sería tener la capacidad de hacer sentir a cada hijo que es especial, único y diferente.
Más allá de que un niño tenga celos, se le debe animar a ver todo lo bueno que él tiene. Por ello, nada como reforzarle sus cualidades positivas. Es bueno decirle a un niño frases del tipo: “Has hecho un buen trabajo”, “Eres muy inteligente”, “Eres capaz de afrontar este reto”, “Estoy orgulloso de ti aunque no logres este éxito”. Es decir, debes conseguir que el niño se sienta querido de una forma incondicional.
Además, la envidia en sí misma es una emoción y como tal no es buena ni mala. Lo que en realidad se debe juzgar es cómo actúa una persona en base a dicha envidia. Por ello, los niños deben aprender a respetar a sus hermanos y a los compañeros de colegio siempre.
La envidia se va sobrellevando mejor con la edad. Por ello, a un niño no le resulta tan sencillo compartir sus juguetes con los demás, o también, lo que quiere es rivalizar por el cariño de sus padres.