La introducción de la educación sexual en la escuela no garantiza el éxito. Estados Unidos ha tenido que replantearse continuamente su política en la materia tras comprobar que en otros países en los que la edad en que se tiene la primera relación sexual es similar a la de este país, los resultados son mejores. En Canadá, Inglaterra, Francia, los Países Bajos y Suecia, las tasas de embarazo entre los jóvenes son, por lo menos, la mitad de las de los EEUU. La educación sexual en estos países se basa en una política que favorece explícitamente a la educación sexual, en una apertura hacia las relaciones; en mensajes consistentes a la sociedad; y en el acceso a los anticonceptivos.
Pero, sin duda, uno de los grandes problemas de la educación sexual es que ésta empieza en la mayor parte de ocasiones en la escuela secundaria, cuando ya es demasiado tarde para muchos estudiantes que han comenzado antes a experimentar la sexualidad. De hecho, numerosos estudios han demostrado que cuando se empieza la educación sexual antes de que los jóvenes se vuelvan sexualmente activos, esta medida ayuda los jóvenes a mantener la abstinencia o a que se protejan en caso de que se vuelvan sexualmente activos.
En cualquier caso, los educadores, los padres de familia y los que dictan las leyes deben evitar conceptos de educación sexual dictados por la emoción, es decir, deben promover y aprobar la puesta en marcha de programas que presenten un enfoque más reducido del cambio de conducta que pudiera estar contribuyendo al VIH/ETS y a los embarazos no deseados; que sepan enseñar a escapar de la influencia social a la que están sometidos los jóvenes; que incluyan actividades diseñadas para personalizar información básica y veraz sobre los riesgos de tener relaciones sexuales sin protección y los métodos para evitar las relaciones sexuales sin protección; y que refuercen los valores de forma clara y apropiada para hacer más resistentes los valores individuales y las normas de grupo para luchar en contra del sexo sin protección.