El ciclo menstrual femenino se divide en dos fases: La fase folicular y la fase lútea. En el medio está la ovulación. ¿Cuánto duran normalmente estas fases? ¿Qué significan las fases más cortas o más largas? ¿Cuáles son las consecuencias si quieres quedarte embarazada?
Folículo ovárico
Un folículo ovárico es una pequeña parte del ovario con forma de saco en la que se desarrolla el ovocito: la célula reproductora del gameto femenino que permite la reproducción. Los folículos ováricos se forman durante la vida intrauterina. Al nacer, una niña tiene varios millones de ellas. En la pubertad, quedan menos de 500.000 en los dos ovarios, y de ellos, sólo entre 300 y 400 llegarán a la madurez.
Fase folicular
La primera fase del ciclo menstrual es la fase folicular, que dura de media entre 10 y 18 días desde el primer día de la regla. Durante esta fase, también conocida como fase preovulatoria, el ovario produce estrógenos que hacen que el endometrio (el revestimiento del útero) se engrose para acoger a un futuro embrión. Al mismo tiempo, un ovocito madura en el interior de un folículo (una especie de pequeño saco en el ovario), hasta convertirse en un óvulo fecundable. Su liberación en el momento de la ovulación, cuando ha alcanzado la madurez, marca el final de la fase folicular. Justo antes de la ovulación, el moco cervical cambia y se vuelve translúcido y mucho más fino para permitir que los espermatozoides pasen más fácilmente y lleguen al óvulo. Este es el momento ideal para intentar tener un hijo.
En el caso de una fase folicular de menos de 10 días, existe el riesgo de liberar un óvulo inmaduro que no pueda ser fecundado o que presente anomalías cromosómicas.
En el caso de una fase folicular de más de 25 días, existe un riesgo de ovulación múltiple debido a alteraciones hormonales como el síndrome de ovario poliquístico, el estrés, la actividad física intensa, los viajes o el jet lag.
Fase lútea
La segunda fase del ciclo menstrual es la fase lútea. Durante este periodo, que también dura entre 10 y 18 días de media, el folículo que liberó el óvulo degenera. Se transforma en cuerpo lúteo y segrega una hormona, la progesterona, cuya función esencial es preparar el revestimiento uterino (endometrio) para la implantación del embrión. En ausencia de fecundación, el cuerpo lúteo, que tiene una duración de unos diez días, desaparece y el nivel de progesterona desciende, desencadenando la menstruación.
En caso de una fase lútea de menos de 10 días, las posibilidades de concebir pueden verse reducidas porque el nivel de progesterona es demasiado bajo, lo que no permite que el revestimiento uterino esté preparado para la implantación del óvulo fecundado.
Si la fase lútea dura más de 16 días, hay riesgo de embarazo porque el endometrio ha albergado probablemente un óvulo fecundado. Si la prueba de embarazo en orina es negativa más de 16 días después de la ovulación confirmada, es necesario realizar un análisis de sangre.
Ciclo menstrual
Los ciclos menstruales, que dan ritmo a la vida íntima de la mujer y dan lugar a la aparición de la menstruación, se dividen en dos fases separadas por la ovulación. Permite a la mujer producir un óvulo cada mes para quedarse embarazada. Dura una media de 28 días y comienza con el primer día de la menstruación (día 1), independientemente de la duración del sangrado. La fase folicular, durante la cual los ovarios se preparan para liberar un óvulo, dura por término medio del día 1 al 14. La ovulación se produce el día 14, marcando la transición a la fase lútea. La fase lútea, también dura 14 días de media y termina con la menstruación. La duración del ciclo menstrual es un importante indicador de la fertilidad. Conocer la duración de las distintas fases permite saber cuándo hay que protegerse o mantener relaciones si se quiere concebir.
Evaluación de la infertilidad
Una pareja es infértil tras 2 años de relaciones sin protección. No obstante, se recomienda solicitar asesoramiento médico y realizar una evaluación de la infertilidad al cabo de un año en el caso de los menores de 35 años y de seis a ocho meses en el caso de los mayores de 35 años. Alrededor del 80% de los embarazos se producen en los primeros seis meses de intento, por lo que no hay que preocuparse antes.
El ginecólogo es el primer punto de contacto que puede o no remitirte a un especialista en infertilidad o a un centro de referencia. Durante la entrevista, el médico preguntará en primer lugar sobre la frecuencia de las relaciones, especialmente en torno a la ovulación. A continuación, el médico pregunta por los posibles problemas de la pareja (vaginismo, impotencia) y por la regularidad de los ciclos menstruales. En el caso del hombre, la consulta se centra en cualquier infección genital anterior.
A continuación, se puede solicitar una curva de temperatura para evaluar la duración de cada fase (tomada cada mañana antes de levantarse durante tres meses) y sobre la ovulación. Otras exploraciones complementarias pueden completar la valoración de la mujer: análisis de sangre de las hormonas ováricas, ecografía al tercer día del ciclo e histerosalpingografía (para comprobar la ausencia de anomalías en el útero y las trompas). La prueba de Hühner, que se realiza inmediatamente después de la relación intima utilizando el moco recogido del cuello uterino, mide la calidad y la abundancia del moco, así como el número y la movilidad de los espermatozoides presentes y, por tanto, su capacidad para ascender por el útero y las trompas de Falopio.
En los hombres, es necesario realizar un espermograma para evaluar el número, la calidad, la motilidad y la morfología de los espermatozoides in vitro.
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