El verano ha llegado a su fin. Los días despreocupados del verano han sido sustituidos por la suavidad del otoño. Y si temes esta época del año por miedo a un bajón, aquí tienes nuestros consejos para afrontar esta nueva temporada en mejor forma que nunca.
Muévete por tu salud
Cuando las hojas caen y el paisaje adquiere colores cálidos, aprovechamos para salir a pasear y tomar un poco de aire fresco, por la mañana antes de ir a trabajar o por la noche, después de cenar y antes de tumbarnos en el sofá. Para los más deportistas, lo ideal es incluso hacer una sesión de cardio antes de ir a trabajar, un poco de footing matutino o algo así. No hay mejor manera de reforzar el sistema inmunitario y mantener la energía acumulada durante el verano.
En busca de la vitamina D
Si no eres un gran deportista de corazón, puedes encontrar tu fuente de energía en otra parte, en particular en los últimos rayos de sol para llenarte de vitamina D. Desde finales de la primavera hasta finales del verano, el cuerpo humano produce el 80-90% de la vitamina D que necesita. Pero cuando los días son más cortos y llega el frío, hay que ayudar al cuerpo a producirlo. Para ello, aprovecha los últimos días soleados del otoño para exponerte mientras proteges tu piel. Y si eso no es suficiente, cuida tu alimentación optando por alimentos ricos en vitamina D, como el pescado azul, los huevos, las setas, la leche, etc.
Saca la ropa de abrigo
El otoño es sinónimo de días más frescos, pero también de los primeros resfriados y otros virus desagradables que nos restan toda la energía. Para que no te pille el frío, guarda los vestidos de verano y saca poco a poco la ropa más abrigada, las medias bajo las faldas y los abrigos de invierno.
Recarga de oligoelementos
Magnesio, selenio, hierro o cobre: los oligoelementos aseguran un buen estado del sistema inmunitario. Puedes tomarlos como complementos alimenticios, pero es recomendable que pidas a tu médico una prescripción para no excederte. También debes elegir alimentos que los contengan, como los frutos secos, las verduras verdes, el marisco y ciertas aguas minerales.
Cuida tu alimentación
El estado de tu sistema inmunológico también depende de tu dieta. No escatimes en frutas y verduras de temporada: Caquis, manzanas, peras, uvas, coles, calabazas, cítricos, ajos, cebollas, etc. que son muy ricas en vitaminas C y E. Otro consejo que añadirá un toque exótico a tus platos: el shiitake, esta seta asiática con virtudes insospechadas.
No olvides espolvorear tus platos con tomillo, un aliado incondicional de tu sistema inmunitario.
Beber té de Rooibos
A pesar de su nombre, el té rojo rooibos no es un té. Se trata de una infusión de hierbas procedente de África (por lo que no contiene ni teína ni cafeína) que refuerza eficazmente el sistema inmunitario.
Date tiempo para relajarte y dormir bien
Un cuerpo bien descansado y sin estrés es un cuerpo menos propenso a las infecciones. Reserva tiempo para actividades relajantes (lectura, sofrología, yoga, deporte, etc.) y respeta un ritmo de sueño regular y suficiente.
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