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Por un amigo
- ¿Qué haces con esa pinta? – preguntó Lobo Abuelo a Lobo Pequeño.
Estaba blanco de punta a rabo, y con el pelo rizado. Y al cuello, con un lazo verde, llevaba un cencerro.
- Esta tarde quiero jugar en el prado con mi mejor amigo. Pero su padre ni deja que me aproxime al rebaño. Dice que los lobos no pueden jugar con los corderos.
Un lugar en el bosque, Armando Quintero Laplume.
Disfraces
Había llegado el Carnaval. Todos andaban preparando sus disfraces.
Loba Pequeña se había embadurnado el cuerpo con pintura blanca.
- ¿Qué te parece? –le preguntó a Loba Abuela.
- No me vengas tú también con el cuento de que tienes una amiga cordera, ¿o es que te has enamorado de alguno?
- ¡Ay, Loba Abuela, qué cosas tienes! Sólo quería disfrazarme de fantasma.
Un lugar en el bosque, Armando Quintero Laplume.
Jugando con lobo
Aquella tarde, Lobo Pequeño había a visitar a su mejor amigo al prado.
De pronto, los corderos lo rodearon y se pusieron a gritar:
- ¡Quiero tirarle de las orejas!
- ¡Yo voy a rizarle el pelo y ponerle un lazo!
- ¡Pues yo me voy a montar en su lomo!
Entonces, Cordero Amigo le dijo a Lobo Pequeño:
- Cuando mis hermanos se cansen, dejarán de molestarte; pero ¿quién se resiste a la maravilla de poder jugar con un lobito bueno?
Un lugar en el bosque, Armando Quintero Laplume.
Lobo vegetariano
- Ya sabía que esto tenía que terminar mal -dijo Loba Grande a Lobo Pequeño-. Nunca me molestó tu amistad con un cordero, aunque, cuando dejaste de comer carne y empezaron a gustarte las frutas y las verduras, comencé a preocuparme. Pero esto ya es demasiado. ¿Qué van a decir tu padre y el resto de la manada? ¿Cómo explicarles que tu hermoso pelaje, orgullo de nuestra especie, se te está poniendo rojo por comer tantas zanahorias?
Un lugar en el bosque, Armando Quintero Laplume.