Cuentos para Reflexionar
Cuentos e historias para pensar y reflexionar que enseñan cosas sobre la vida.
Los dos hermanos - Cuentos para Reflexionar
Dos hermanos, Juan y Pedro, mantenían una buena relación pero apenas se veían. Un día, el primero de ellos se encontró con un amigo común que le dijo que Pedro no estaba en su mejor momento, en el trabajo no le iban bien las cosas y su mujer estaba enferma y no podía cuidar a sus hijos como querría. Viendo la gravedad del asunto. Juan hizo las maletas y se presentó por sorpresa en casa de Pedro.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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La Ceguera del Triunfo - Cuentos para Reflexionar
Un león estaba tranquilamente dormitando bajo uno de los pocos árboles que quedaban en la sabana cuando un insolente mosquito interrumpió su siesta. El insecto quería retarle a un enfrentamiento y el felino, cada vez más enfadado, aceptó para quitárselo de encima cuanto antes.
El mosquito no le dejó ni reaccionar y empezó a picarle sin parar, ahora en la cola, ahora en las orejas, ahora en el morro...
Por su parte, el león sacaba toda su fiereza en cada zarpazo intentando espantar al endiablado insecto, aplastarlo contra el suelo o atraparlo, por fin, entre sus fauces.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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La Generosidad - Cuentos para Reflexionar
Hacía tiempo que no me cruzaba con mi vecino y me paré un rato a hablar con él. Me comentaba que las cosas no le iban bien del todo, pero que había otros que realmente lo estaban pasando mal, como una familia del barrio que tenía siete hijos y que llevaban varios días sin apenas probar bocado. Aquello me dejó tocado y decidí llevarles un saquito de arroz para, al menos, aliviar un poco su necesidad.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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La Ventana - Cuentos para Reflexionar
Había una vez dos hombres enfermos que compartían habitación en un hospital. Aunque era muy pequeña, tenía una ventana. Al paciente que estaba junto a ella, le dejaban sentarse cada tarde una hora, en la que le describía a su compañero, que sólo podía estar boca arriba, lo que veía. Según contaba, la ventana daba a un parque en el que había un lago, un bosque y, detrás de los árboles, la ciudad. El hombre acostado escuchaba todas las explicaciones y disfrutaba de cada minuto como si él mismo pudiera verlo.
Una de esas tardes, pensó que por qué el hombre de la ventana podía disfrutar de ver lo que pasaba fuera. “¡Por qué no puedo ser yo?”, se preguntó. Y una noche, mientras él permanecí a despierto mirando al techo, su compañero se despertó con tos y ahogos y trató desesperadamente de llamar a la enfermera. Él no hizo nada. A la mañana siguiente, la enfermera encontró al hombre muerto y se llevaron el cadáver.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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La mejor compañía - Cuentos para Reflexionar
Un hombre fue a visitar a Chuan Tzu y le expuso así su situación: "Oh, admirable filósofo, soy un hombre desdichado. Enséñame el camino para lograr la felicidad". "Antes de enseñarte cuál es el camino necesito saber por qué eres infeliz", manifestó Chuan Tzu. Muy apesadumbrado, el hombre le mostró sus manos vacías y le dijo: "Soy infeliz porque no tengo nada". "¿Qué tienes ahí, entonces?" preguntó el filósofo. "Nada. ¿No ves que están vacías?", dijo el hombre. "Tienes dos manos. No es cierto que no tengas nada", respondió Chuan Tzu.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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Globos - Cuentos para Reflexionar
Hacía días que había llegado a la feria del pueblo un vendedor de globos que siempre tenía clientes alrededor, porque sabía cómo atraer su atención. Un niño negro, que se pasaba las horas muertas delante de él, vio cómo soltaba un globo rojo que todos los presentes contemplaron mientras ascendía lentamente y se perdía por detrás del campanario de la iglesia. Aprovechando la expectación que se había creado, fue soltando, uno tras otro, un globo azul, después uno verde, más tarde uno amarillo y uno lila, otro blanco...
Todos remontaron el vuelo como había hecho el rojo y, empujados por una suave corriente de aire, se hicieron cada vez más y más pequeños, arrastrando tras de sí la mirada ilusionada de grandes y pequeños.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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El amor y el tiempo - Cuentos para Reflexionar
Erase una vez una isla paradisíaca en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre: el buen humor, la tristeza, la sabiduría, el orgullo, la tristeza, el amor... Un día los meteorólogos anunciaron la llegada de un tifón destructor que inundaría la isla. Entonces, todos se apresuraron a embarcarse y huir... todos, menos el amor, que permaneció allí hasta el último momento.
Cuando el agua había llegado al punto más elevado de la isla, el amor pidió auxilio. La riqueza pasó en un barco lujosísimo y el amor le dijo: "Riqueza, ¿me puedes llevar contigo?". "No hay sitio para nadie, porque todo está lleno de oro y plata", le respondió. Entonces, el amor se dirigió al orgullo, que surcaba a toda vela el mar. "Orgullo, ¿tienes un hueco para mí en tu nave?". A lo que éste, casi sin mirarle a la cara, contestó: "Aquí no hay lugar para ti. Todo es perfecto, arruinarías mi reputación".
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Textos y Reflexiones para padres sobre los hijos, la salud, la educación...
Cuando seamos grandes...
Cuando seamos grandes, no nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, y los reyes magos, los duendes buenos y que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.
No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.
No nos olvidemos de las maravillas que guardan dentro las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos y explicar los vuelos por el infinito... (los grandes no entienden a los pajaritos).
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- Escrito por: Estefanía Morera
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Textos y Reflexiones para padres sobre los hijos, la salud, la educación...
La mentira descubierta
El Dr. Arun Gandhi, nieto de Mahatma Gandhi y fundador del instituto M.K. Gandhi para la Vida Sin Violencia, en su lectura del 9 de Junio en la Universidad de Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo de la vida sin violencia en el arte de sus padres:
"Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar. Estábamos bien al interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad. Como iba a la ciudad, mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.
Cuando me despedí de mi padre él me dijo: - Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos. Después de completar muy rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo. Eran las 5:30 p.m. cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m. Él me preguntó con ansiedad: - ¿Por qué llegas tarde? Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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Textos y Reflexiones para padres sobre los hijos, la salud, la educación...
Carta de un niño diabético de diez años.
Queridos padres, amigos y profesores:
Quiero decirles en esta carta lo que, tantas veces, he querido comunicarles verbalmente y no he podido, al ver las caras de compasión que ponen cuando me miran. No quiero que me compadezcan. Me siento mal cuando lo hacen.
-Yo sé cual es mi problema. Llevo tres años sufriéndolo y ocultándome para llorar; pero ya he terminado aceptándolo.
-Sé que las células beta de mi páncreas no segregan la insulina que mi organismo necesita.
-Se que sin la insulina no puedo vivir porque sin ella, las células de mi cuerpo no pueden captar la glucosa que les proporcione la energía.
-Sé que tengo una enfermedad crónica, incurable; pero puedo compensar esa deficiencia de mi páncreas.
-Sé que tengo diabetes tipo 1 pero también se cómo controlarla.
-Se que, si la controlo bien, soy como cualquier niño de mi edad y puedo hacer las mismas cosas que ellos hacen.
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- Escrito por: Estefanía Morera
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