Textos y Reflexiones para padres sobre los hijos, la salud, la educación...
Carta de un niño diabético de diez años.
Queridos padres, amigos y profesores:
Quiero decirles en esta carta lo que, tantas veces, he querido comunicarles verbalmente y no he podido, al ver las caras de compasión que ponen cuando me miran. No quiero que me compadezcan. Me siento mal cuando lo hacen.
-Yo sé cual es mi problema. Llevo tres años sufriéndolo y ocultándome para llorar; pero ya he terminado aceptándolo.
-Sé que las células beta de mi páncreas no segregan la insulina que mi organismo necesita.
-Se que sin la insulina no puedo vivir porque sin ella, las células de mi cuerpo no pueden captar la glucosa que les proporcione la energía.
-Sé que tengo una enfermedad crónica, incurable; pero puedo compensar esa deficiencia de mi páncreas.
-Sé que tengo diabetes tipo 1 pero también se cómo controlarla.
-Se que, si la controlo bien, soy como cualquier niño de mi edad y puedo hacer las mismas cosas que ellos hacen.
-Sé que no debo comer dulces y no lo hago. No hace falta que estén, continuamente, diciéndome lo que debo comer y lo que no debo comer. Ya lo sé.
-Se que debo jugar y hacer ejercicio todos los días y lo hago.
-Se que debo ponerme las dosis exactas de insulina por la mañana y por la tarde y ya lo hago.
-Sé que debo realizar continuos autoanálisis para vigilar los niveles de glucemia. No me miren con pena cuando lo hago. Parece como si el pinchazo lo recibieran ustedes. ¡Ya me he acostumbrado! ¡No me duele!
-Se de las complicaciones agudas y crónicas de la enfermedad; pero no me lo estén recordando continuamente.
-Sé todo eso y muchas cosas más de la diabetes y no quiero que se compadezcan de mi, ni que pongan cara de asombro cuando me hago un autoanálisis o me inyecto la insulina.
-Si quieren ayudarme, trátenme como un niño normal y aprendan que hacer ante una hipoglucemia grave, por ejemplo, por si un día me descuido, entro en un episodio de este tipo y no puedo valerme por mi mismo.
-No me traten como una persona discapacitada porque no lo soy. Puedo valerme por mi mismo.
-No oculten mi enfermedad; pero tampoco anden pregonando lo que hago y lo que no hago.
-Hagan normal lo que, tantas veces, les parece anormal.
-Aprendan a convivir conmigo, como soy, con mis virtudes, mis ocurrencias, con mis limitaciones y con toda la intendencia que necesito para vivir.
-No dramaticen mi situación. Cientos de niños tienen las mismas limitaciones mías.
-Ayúdenme a vivir, no me protejan continuamente... Sé que lo hacen porque me quieren, pero no olviden que yo, también me quiero.