Durante el embarazo, el apetito puede variar mucho. Puedes pasar por épocas en las que no te apetece nada y otras en las que tienes tanta hambre que corres a la nevera para comer grandes cantidades de comida y hacer extrañas mezclas de alimentos. Es entonces cuando te das cuenta de que es necesario controlar el hambre.
Esta necesidad de grandes cantidades de comida y antojos extraños son sensaciones muy específicas del embarazo. No todas las mujeres las experimentan de la misma manera, pero siempre es importante cuidar la dieta y aprender a controlar el hambre, ya sea insaciable o escasa.
¿Por qué tengo hambre todo el tiempo?
Durante el embarazo, el cuerpo cambia y reacciona de forma diferente. Por ejemplo, los azúcares que ingerimos son más fácilmente absorbidos por nuestro organismo. Por ello, la circulación de azúcar en las células aumenta después de las comidas. Y una vez ingerido el azúcar, el cuerpo entra en hipoglucemia. Esto provoca una sensación de hambre.
En segundo lugar, el flujo de hormonas, por ejemplo el estrógeno, puede hacer que las mujeres se sientan ansiosas por muchas razones diferentes. Por eso, estar nerviosa puede hacer que una mujer embarazada tenga ganas de comer para calmarse y sentirse mejor.
Cuando se está embarazada, no es necesario comer por dos. De hecho, sólo hay que adaptar la dieta para que tanto la madre como el bebé se sientan bien. Una dieta saludable es esencial.
Embarazada y hambrienta a todas horas: alimentación saludable
Puedes llevar una dieta equilibrada, pero no te niegues nada en pequeñas cantidades. ¡Sin embargo, se ha demostrado que los famosos antojos corresponden a necesidades específicas!
Para evitar un colapso total, sigue estas reglas de oro:
- Desayuna bien, lo que debería cubrir un tercio de tu consumo diario de calorías.
- Opta por un almuerzo a base de carne o pescado o huevos con todas las verduras que quieras.
- Bebe mucha agua.
- Come al menos dos frutas al día.
Si tienes hambre, toma un tentempié a las 10 y a las 16 horas.
En cuanto a tus antojos, es esencial que sigas siendo razonable. Llevar una dieta equilibrada no significa privarse de todo, ¡por supuesto que puedes darte un capricho! Un batido de plátano sí, un chocolate sí, un puñado de patatas fritas todavía pasa pero un paquete entero delante de la televisión acompañado de refrescos azucarados, ¡no! Reparte tu consumo de azúcares y, si cedes, no te sientas culpable... ¡lo compensarás en la siguiente comida!
Consejos para controlar el hambre
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Si tomas un desayuno completo y equilibrado, no deberías sentir hambre antes del almuerzo. Por ello, se recomienda comer lo suficiente por la mañana. Esto abrirá tu estómago gradualmente, especialmente si comienzas el día con un vaso de agua. A continuación, desayuna como una reina. Recuerda que si desayunas bien, tendrás buena energía para todo el día.
Por lo general, necesitarás unos 15 minutos para desayunar. Cuando no puedas tomar un desayuno completo por falta de tiempo, guarda parte de los cereales o la fruta para comerlos antes del mediodía. Y si te gusta habitualmente picar, puedes hacerlo con un trozo de pan y una loncha de queso, una manzana o un yogur.
Si notas que vas a pasar mucho tiempo sin comer entre el desayuno y la comida, entonces tienes que dividir aún más tus comidas, para que no haya más de cuatro horas entre ellas.
Por ejemplo, si desayunas a las 7 de la mañana, deja la fruta para las 10 y a la 1 come un sándwich de queso, atún o jamón o una pequeña porción de frutos secos. Luego, a las 16:00 horas, puedes tomar la comida principal con una ensalada, un plato de pasta con tomate y pescado, todo ello como ejemplo.
Ten en cuenta que la época en la que se aconsejaba comer por dos ya ha pasado, por lo que no se trata de comer en exceso, sino de forma razonable y saludable.
Si los antojos de comida se producen por la tarde, puedes superarlos con una merienda y una cena tempranas. La cena debe ser ligera y contener alimentos de los principales grupos alimenticios: cereales, verduras, pescado o huevos y ensalada o fruta.
Si, a pesar de todas las sugerencias, sigues teniendo hambre y te ves obligada a picar entre horas, al menos elige alimentos que aporten vitaminas, minerales y pocas calorías a tu organismo.
Consume frutos secos. Aportan grasas de buena calidad y minerales como el calcio, especialmente las almendras, pero no te pases porque son muy calóricas. Tómalos en pequeñas cantidades y tuéstalos porque son menos digeribles en crudo. Algunos, como los cacahuetes, es mejor comerlos sin sal.
Durante el embarazo, debes comer de 3 a 4 frutas al día, dando especial importancia a los cítricos, ya que necesitas más vitamina C que antes. Si tienes mucha hambre, come una manzana, que aporta pocas calorías y te hace sentir llena.
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