La depresión en bebés, niños pequeños, escolares y adolescentes
La depresión en los niños es un fenómeno creciente. La existencia misma de trastornos depresivos del estado de ánimo en los niños estaba en duda hace algunos años, mientras que actualmente la incidencia de la depresión en la infancia aumenta con cada nueva generación y, paralelamente, la tasa de suicidio infantil también aumenta.
Por esta razón, los padres deben reconocer los síntomas y signos que pueden indicar la presencia de depresión, de modo que el niño sea diagnosticado y tratado adecuadamente a tiempo para evitar sus muchas complicaciones.
Síntomas que sugieren depresión
En niños muy pequeños
Los bebés y los niños pequeños son obviamente incapaces de expresar sus sentimientos y pensamientos verbalmente. Los padres pueden estar preocupados por la depresión si detectan síntomas como:
- Una actitud apática por parte del niño, con pérdida de interés en el juego y pasatiempos que antes le resultaban atractivos.
- Alejamiento, incluidos los padres y otros cuidadores que estaban cerca del niño.
- Retraso en el desarrollo o pérdida de logros ya realizados. Por ejemplo, un niño deja de hablar después de haber comenzado de decir algunas palabras, o no muestra ningún interés o capacidad de aprender a realizar cosas por sí mismo.
- Aumento de peso pobre a pesar de la buena atención y, en general, la buena salud.
En niños en edad escolar
Los niños que ya asisten a la escuela también pueden mostrar síntomas de ansiedad por su comportamiento en lugar de sus palabras. Dichos síntomas pueden incluir:
- Trastornos físicos como dolores de cabeza y dolor abdominal.
- Ansiedad por separación de los padres.
- Intensas renuencias a ir a la escuela sin ninguna causa obvia.
- Irritabilidad, agresión o brotes de comportamiento intimidatorio.
- Berrinches y estallidos de ira.
Los padres y maestros también pueden buscar factores estresantes en el hogar y en la escuela, tales como:
- Críticas excesivas o duras.
- Trauma infantil.
- Bajo rendimiento en la escuela.
- Conflicto dentro de la familia.
En adolescentes
En muchos aspectos, los adolescentes son difíciles de diagnosticar y tratar debido a que muchos de los síntomas de depresión se superponen con lo que la sociedad moderna espera como "comportamiento adolescente típico". En su lucha por desarrollar su propio pensamiento, personalidad y valores independientes, pueden separarse de sus cuidadores y de figuras de autoridad. Al mismo tiempo, su necesidad de una identidad social puede llevarlos a formar parte de sus grupos de pares. Los peligros especiales de este grupo de edad radican en su mayor capacidad para autodestruirse mediante intentos de suicidio exitosamente planificados y ejecutados, así como recurrir al abuso de sustancias, los encuentros sexuales y la violencia. Esto coincide con una experiencia máxima de desesperación y pesimismo, lo que hace que la probabilidad de suicidio sea mucho mayor.
Los síntomas de este grupo de edad pueden ser más intensos que los de los niños más pequeños y pueden incluir:
- Bajo estado de ánimo.
- Sentimientos de tristeza y desesperanza.
- Ira e irritabilidad.
- Culpa y falta de valor.
- Baja autoestima.
- Ideas suicidas y pensamientos centrados en la muerte.
Consejos generales
Los padres deben prestar atención si su hijo muestra cambios en el comportamiento, como retirarse más, pasar tiempo a solas y volverse reacio a hablar o interactuar con ellos o con otros antiguos amigos. Otras señales de alerta incluyen no querer participar en juegos y actividades que solían disfrutar, sentimientos de tristeza y ansiedad o comportamiento inquieto. El rendimiento académico puede disminuir, al igual que la participación en actividades grupales o en equipo. Lo importante es que estos síntomas no son simplemente fases pasajeras, sino persistentes durante días y semanas.
Siempre deben tenerse en cuenta los problemas de falta de energía o interés, junto con trastornos en la comida, el sueño y la autoimagen, si continúan plagando al niño durante más de un par de días. De nuevo, los signos de ansiedad excesiva y síntomas tales como dolor abdominal o dolor de cabeza que no tienen ninguna base física y no se alivia con el tratamiento, deben investigarse como posibles signos de depresión.
Los padres harán bien en preguntarles a sus pediatras sobre tales síntomas y signos. Para que el niño puede ser evaluado adecuadamente y referido para un seguimiento y tratamiento posterior según sea necesario.