Qué hacer si nuestros hijos nos pillan manteniendo relaciones
Por más precauciones que tomen los padres, puede ocurrir, que alguna vez los niños los sorprendan en un momento de intimidad. Lo normal, ante este hecho, es que los niños se queden confusos o desorientados esperando una explicación sobre lo que están observando.
Lo primero que le viene a los padres a la cabeza, es cómo interpretará su hijo lo que ha visto y si le afectará en algún sentido.
Cuando un niño de entre dos y seis años sorprende a sus padres manteniendo relaciones puede interpretar los gemidos, posiciones o jadeos como signo de pelea o de que algo no va bien. Algunos niños reaccionan preguntando: ¿Qué están haciendo?, otros se quedan bloqueados sin saber que decir y muchos salen corriendo sin que sus padres lleguen a darse cuenta de que fueron sorprendidos y en este caso es muy probable que el niño o niña nunca saque el tema.
La reacción de los adultos es muy importante, ya que de ésta depende crear en sus hijos más inquietud o por el contrario darles tranquilidad y hacerles comprender y aceptar que son demostraciones de afecto entre sus padres.
La pareja debe evitar hacerse reproches entre ellos o sentirse culpables. Tampoco es conveniente mostrarse ante el niño, nervioso, avergonzado o empezar a disimular y a darles explicaciones sin sentido. Ellos se dan cuenta de todo y ante esa respuesta pensarán que sus padres de verdad hacían algo malo y se lo están tratando de ocultar, creándoles más incertidumbre.
Se debe evitar enfadarse con el niño y gritarle. Así sólo se conseguirá sumar a su confusión el sentimiento de culpa. Tampoco es buena idea quedarse en silencio, el niño necesita una explicación.
En esos momentos el lenguaje gestual (sonrisa, mirada) y el tono de voz de los padres es fundamental para transmitirle a su hijo que no está pasando nada grave y que solo estaban jugando y mostrándose cariño.
Si el niño opta por salir corriendo sin decir nada, lo mejor es ir detrás de él después de unos minutos, con tranquilidad y sin agobiarlo para que no se ponga más nervioso.
Es muy importante que los padres se interesen por saber por qué el niño fue a verles a su habitación. Si tuvo una pesadilla, si tiene miedo, si se encuentra mal, etc.
Es conveniente contestar a sus preguntas con naturalidad y sin darle más explicaciones de las que pida. Tampoco hay que dar una explicación muy extensa, ya que eso le daría más importancia de la que tiene. Se puede terminar con una conversación ligera y con alguna chispa de humor al día siguiente.
Hablar con los hijos sobre las relaciones de pareja forma parte de su educación. Hay que hacerles entender que la intimidad forma parte del amor y de la vida cotidiana de la pareja y que no es algo vergonzoso ni un tabú del que no se pueda hablar.
Aunque hay niños más precoces que otros, en la etapa de tres a cinco años suelen interesarse mucho por cómo se tiene un bebé. Y no es hasta los seis o siete años que comienzan a hacer preguntas sobre la intimidad en la pareja. Lo mejor es irles explicando según vayan surgiendo sus dudas y preguntas. Eso sí, a la hora de hablar con ellos, se deben de llamar las cosas por su nombre y no inventarse cuentos de semillas o cigüeñas.
Se pueden tomar algunas precauciones para prevenir que los niños entren en la habitación mientras se está teniendo un momento íntimo, como cerrar la puerta con llave o mejor aún, acostumbrar a los hijos a que siempre toquen antes de entrar (los padres pueden dar ejemplo llamando a la puerta cuando vayan a ver a los niños a su cuarto). Otra opción es poner campanitas en la puerta de su habitación para oírles salir.