Un niño que llora porque no ha recibido el regalo que quería no está siendo caprichoso. Al contrario de lo que se podría pensar, el sentimiento es genuino. Hasta los 7 u 8 años, los niños expresan su dolor de forma espontánea sin preocuparse por el malestar o el dolor que puedan causar a los demás.
Por lo tanto, es importante evitar ofenderse o hacerles reproches. Es importante hablar con el niño de manera que reconozca su dolor.
Es una dinámica doble: el niño está decepcionado. El padre está decepcionado porque él está decepcionado. Puedes decirle al niño: Parece que estás desilusionado... ¿No es lo que esperabas? Para mí también es frustrante que estés defraudado. No tiene sentido darle importancia. El niño acabará aprendiendo las convenciones sociales.
Si su hijo aún cree en Papá Noel, cuéntale que a veces Papá Noel se equivoca, o uno de sus elfos se equivoca, con los millones de regalos que hay que hacer y entregar a los niños de todo el mundo, pero que la intención era buena y que el año que viene Papá Noel puede compensarlo.
Evita frases hirientes como: ¡Oh, eso es porque no has sido lo suficientemente bueno este año! Incluso cuando se utilizan en broma, este tipo de comentarios deben evitarse, especialmente en el caso de los niños pequeños.
A veces la decepción puede ser causada por los celos entre hermanos. Como padres, deben estar atentos a este tipo de reacciones.
¿Qué hacer cuando no se aprecia el regalo de un tercero?
Como padre, tienes un papel educativo que desempeñar. Por ello, el se aconseja intervenir con suavidad.
Puedes hacer una señal al niño y llevarlo a un lado para hablar con él: 'Puedo ver que estás decepcionado con tu regalo, pero tu reacción podría herir a la persona que te lo dio'.
De este modo, el niño aprenderá poco a poco las normas sociales.
Puedes animar al niño a hacer un pequeño gesto para reparar el daño con una frase como: "Puedes ir a decirle a la abuela que estás un poco disgustado, pero que agradeces su gesto".
¿Qué hacer cuando mi hijo tiene una rabieta?
No se puede razonar con un niño que tiene una rabieta. Si es lo suficientemente mayor, le pides que se retire para calmarse, si no, te retiras tú. Una vez que el niño está tranquilo, comentamos con él su reacción.
¿Y los padres que ridiculizan la crisis?
No recomiendo reírse de un niño que tiene una rabieta. Es humillante para el niño. A veces los padres hacen esto para restarle importancia porque se avergüenzan de la reacción de su hijo o porque ellos mismos han experimentado la humillación.
¿Cambiamos el regalo que ha fallado?
Aunque sea muy tentador, se aconseja a los padres que no corran a la tienda a cambiar el regalo que no le ha gustado al niño.
¿Qué aprenderá el niño si cambia el regalo? Aprenderán que cuando se sientan defraudados, pueden hacer un berrinche y conseguir lo que quieren. Por desgracia, la vida no funciona así. Si no son los padres los que enseñan al niño que no puede conseguir lo que quiere con una rabieta, será la vida la que lo haga.
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