matronatacion

Suele decirse que los adolescentes inteligentes tienen la mente más abierta y entrenada gracias al diálogo y la relación que mantuvieron con sus padres de pequeños.

Pero las actividades que podemos realizar para tener este tipo de relación, provechosa tanto desde el punto de vista emocional como desde la perspectiva del desarrollo, son varias; una de ellas, sin duda, es la matronatación.

Primeras experiencias

La matronatación es una actividad de estimulación acuática. El padre, la madre o ambos juegan en el agua con el bebé y le ayudan así a acostumbrarse a desenvolverse en un nuevo medio. 

Pero ¿en qué consiste? La matonatación, en un principio, consiste en hacer que el bebé pierda el miedo al agua, cosa que puede conseguirse acunándolo entre los brazos y llevándole en un “paseo” por la superficie. También se utilizan elementos didácticos como tablas, aros, flotadores o pelotas para poner en práctica juegos que se repiten de una clase a otra, generando con ello un aprendizaje. Los padres, por su parte, tienen un rol basado principalmente en proporcionar seguridad a los pequeños.

Beneficios de la matronatación

Los principales beneficios de la matronatación son los siguientes: 

  • El niño pierde el miedo al agua y aprende lo más básico de la natación.
  • Las sesiones en el agua le permiten mejorar su coordinación motriz y le dan una mayor autonomía que mejora progresivamente. 
  • El ejercicio “entona” al bebé, que experimenta un mayor apetito además de beneficios respiratorios y cardiovasculares. Como consecuencia del ejercicio físico, el bebé estará también más relajado, dormirá mejor y tendrá un humor probablemente mejor que el de los bebés sedentarios. 
  • El ejercicio en el agua conlleva un mayor grado de sociabilización del pequeño con sus iguales: los padres y los niños que comparten las sesiones en el agua interactuarán con el bebé y le ayudarán a desarrollar sus facultades sociales. 
  • Centrándonos en las relaciones dentro de la familia, la relación afectiva entre padres e hijos se intensifica en la medida en que los primeros aportan un apoyo que los pequeños utilizan para ganar seguridad en sí mismos y un cierto grado de autonomía. Además, la matronatación es un buen recurso cuando, por ejemplo, el bebé se encuentra en fase de lactancia materna y el padre quiere tener también una experiencia que estreche el vínculo emocional entre él y el pequeño.

Cuándo empezar. Algunos consejos

Pueden empezar con la matronatación todos los niños desde que son recién nacidos hasta aproximadamente los siete años. Sin embargo, se aconseja esperar a que el niño llegue a los cuatro meses de edad, porque entonces su sistema inmunológico se habrá desarrollado y será más capaz de afrontar el medio acuático. Conviene saber que la facilidad para adaptarse al agua será mayor cuanto más temprano sea el contacto del niño con el agua. 

Las sesiones en el agua duran entre media hora y 45 minutos y pueden hacerse unas tres veces por semana. Sin embargo, se aconseja empezar por ejercicios de un cuarto de hora de duración, ya que no hay que olvidar que la actividad en el agua requiere un esfuerzo que es aproximadamente el que se necesita para realizar el mismo ejercicio cuatro veces en tierra.

Como es obvio, se aconseja consultar con el pediatra antes de llevar el niño a sesiones de matronatación, y se recomienda también no hacerle comer antes de la sesión, acudir a la piscina con un calzado con suela antideslizante, etc.

Autonomía (o no) del bebé

Hay que recordar que los bebes tienen algunos reflejos innatos, como el de succión, el de presión y el de la glotis. Esto equivale a decir, entre otras cosas, que cuando el pequeño no traga agua cuando queda sumergido en el agua, porque bloquea las vías respiratorias de forma natural. La matronatación, pues, contribuye a que ese reflejo instintivo se convierta en un acto voluntario.

Sin embargo, este hecho no tiene que hacernos pensar que el bebé es autónomo en el agua. Muchos adultos atribuyen a una autonomía excesiva a los pequeños en la piscina, sobre todo porque ven el medio acuático como una continuación del líquido amniótico en el que se encontró el niño durante los meses de gestación. Pero hay que tener claro que en rigor, los niños no aprenden a nadar solos hasta los 4 o 5 años, y que antes de ese momento no podemos atribuirles una autonomía en el agua que en realidad no tienen.

La piscina

Conviene asegurarse de que la piscina tiene un uso específico para la matronatación, y si tiene otros usos, evaluar en qué medida afectan éstos al estado del agua. 

Las dimensiones de la piscina suelen ser de 6m x 4m. 

Dado que el padre y/o la madre deberá calmar la inquietud inicial del pequeño mediante la voz, conviene evitar los horarios de máxima afluencia porque el ruido interferiría en la relación y excitaría innecesariamente al pequeño. 

Es recomendable asegurarse de que tanto vestuarios como piscina cumplen los requisitos de higiene necesarios y que el nivel de cloración del agua de la piscina de matronatación está adaptado a los pequeños. A los adultos suelen corresponderles un 1% y a los pequeños, la mitad aproximadamente. 

Preparación

Antes de acudir a la piscina podemos realizar un pequeño entrenamiento tanto desde el punto de vista del bebé como desde la perspectiva de los padres. 

Puedes poner al bebé no en su bañera pequeña sino en la grande, contigo. Así aprendes a sostenerle y después en la piscina sujetarás al recién nacido con mayor confianza.

Puedes aprovechar para empezar a acostumbrarle a una temperatura del agua ligeramente inferior. La de la piscina rondará los 32 grados, por lo que podemos ponerla a unos 34. 

Puedes entrenar la que será tu función en la piscina: contagiar seguridad al niño mediante tu presencia y sobre todo tu contacto corporal. Para empezar a familiarizarle con el nuevo medio, puedes colocarte sentado/a en la bañera y poner al bebé de frente, con los pies apoyados en tu barriga y con una mano sujetando su cabeza. Con la otra puedes jugar con él o chapotear con el agua. 

Otras recomendaciones a recordar

Como dijimos, se recomienda esperar hasta los 3-4 meses para empezar con la matronatación. Con todo, hay que tener en cuenta que el miedo al agua se va adquiriendo conforme el niño va creciendo. El momento idóneo para iniciar la matronatación es después de los 4 meses y antes de que cumpla su primer año. 

  • Consulta antes con el pediatra.
  • No dejes al bebé solo cerca del agua. 
  • Pide la cualificación profesional del personal monitor. 
  • Evita los horarios de comida y sueño del bebé. 
  • Utiliza zapatillas para no resbalar. 
  • Recordatorio: beneficios para el crecimiento.

Como sabemos, reducir el entorno del bebé a la cuna, al cochecito o a los brazos maternos y paternos no es malo, pero tampoco es necesario. Los psicólogos y pedagogos llaman la atención sobre la importancia de los primeros años de vida en materia de desarrollo cognitivo y psicomotriz, años que acostumbran a descuidarse un poco en ese sentido al confiar los padres en la proximidad de la entrada del niño en el colegio. 

Por cuanto respecta a la coordinación motriz, la mejora se da gracias a la riqueza de movimientos en un momento que de otro modo quedaría reducido al gateo. La natación, como sabemos, es un método idóneo para que la madre mantenga el tono muscular durante el embarazo, porque la flotabilidad del agua permite ejercitarse sin realizar un esfuerzo excesivo; estos mismos beneficios se reproducen para el cuerpo del recién nacido. 

Con la matronatación, los bebés aprenden a ser más observadores y creativos. Muchas madres hablan de la matronatación como de un ejercicio que da lugar a un pequeño despertar de ciertas facultades del pequeño, el cual, por ejemplo, se muestra más amigable. También aprenden a concentrarse mejor gracias a la necesidad de realizar ejercicios mecánicos.

Artículo obtenido en el Blog saludable