El termómetro emocional remite al estado anímico de una persona.
A lo largo del día vamos acumulando dosis de ilusión o de malestar en el interior. Por ejemplo, imagina que tu jefe te echó una bronca y no te atreviste a contestarle, en ese caso, te llevas el resentimiento dentro. Después, subes al coche, y te ves inmerso en un atasco de tráfico. En ese caso, en lugar de tomarte las cosas con calma y aprovechar para escuchar música, lo que haces es enfadarte y dejarte llevar por la prisa que tienes.
De este modo, el termómetro emocional también va subiendo de temperatura, en concreto, se llena de rabia y de ira. Pues bien, puede que al llegar a casa, tus hijos hayan dejado los zapatos fuera de su sitio, y entonces, saltas con toda tu ira como si fueras un volcán. ¿Qué ha sucedido en este caso en concreto? Sencillamente, que al no hablar las cosas en su momento, el malestar ha ido creciendo dentro de ti hasta el punto en que has explotado en el momento más inesperado y con las personas que te producen confianza.
Merece la pena cambiar, para poder encontrar formas de liberar la tensión emocional. ¿Cómo hacerlo?
1) Aprende a decir las cosas en el momento adecuado sin quedártelas dentro de ti.
2) Haz deporte y ejercicio físico porque estarás mejor físicamente y eso se nota también, anímicamente.
3) Potencia tu autoestima ya que en la medida en que te sientes bien físicamente, también eres capaz de mejorar la comunicación y las relaciones familiares y de amistad.
4) Aprende a escuchar activamente aquello que te dicen los demás. Muchas veces, acumulamos un gran malestar por malos entendidos o conflictos que en realidad no tienen importancia.