Quieren apagar
el pábilo vacilante
de mi vida.
Ha llegado el momento
en que sólo les estorbo,
pues lo que llevo dentro
no lo valoran.
No tengo juventud, belleza, fuerza;
mi cuerpo envejeció ya
demasiado.
No les importa mi experiencia:
para ellos soy el pasado
que no existe en su mundo.
Represento todo
lo que les da miedo:
la vejez, el sufrimiento,
la tranquila tarde de paseo…
y ellos sólo valoran
lo que se mueve aprisa.
El tiempo aquilató
mis sentimientos
y ha dado perspectiva
a mi mirada.
Y así, cuando ahora pienso,
veo que soy más justo
al decidirme.
Lejos de la lucha a muerte
de cada día
por competir por el triunfo,
lejos de las ambiciones,
de cosas vanas,
he centrado mi vida
y la he visto con sentido
en lo trascendente.
Pero ahora estorbo
a los jóvenes,
que quieren todo el mundo
para ellos
y pretenden apartarme
para seguir su camino.
¡Quiero vivir la vida
hasta el final!
Que no la acorten
sólo porque mi mundo
les es extraño.
Quiero seguir viviendo,
denso, profundo,
mi tiempo interno.
Aunque mi cuerpo enfermo
no me responda,
me siento lleno;
agradezco a la vida
lo que me da.
¡Quiero vivir mi vida
hasta el final!.