Las agujas marcan el tiempo
bajo el cristal,
pero su ritmo parece más lento
estando en el hospital.
La noche hace más larga
cualquier espera
y en el tiempo de guardia
parece eterna.
¡Qué momentos de angustia!
Cuando anochece,
parece que renuncia
a la razón la mente,
y se llena de fantasmas
y horribles sueños,
que entristecen el alma
con sus engendros.
La fe y la esperanza
son compañeras
que devuelven la calma
si son sinceras.
Apenas amanece,
con la luz del día
en el alma reverdece
nueva alegría,
que disipa las dudas
y trae el calor
de la ayuda segura
contra el dolor,
en forma de personas
que con su entrega
los problemas solucionan
y los pesares consuelan.
José García Velázquez.
Salamanca, 4 de junio de 2007