Esta es una carta enviada por un lector sobre la fortaleza y lucha de su esposa. Un testimonio particularmente conmovedor.
He visto a mi esposa llorando mucho últimamente. Lágrimas de impotencia, ira y desesperación. La impotencia ante el enésimo fracaso del tratamiento de fertilidad. Con rabia, sin entender por qué; el destino había decidido lo contrario: no tendría el privilegio de ser madre. Desesperada por el inexorable tictac de su reloj biológico que dictaría su destino.
Las heroínas modernas no escriben sus leyendas luchando contra piratas o ejércitos. No. Algunas, heroínas anónimas, superan los obstáculos con fuerza y carácter, impulsadas por el deseo irrefrenable de dar vida.
Mi esposa se llama Eva, tiene 38 años y 29 semanas de embarazo después de seis años de intentos fallidos. Ella irradia felicidad. Ha movido montañas. Ella es mi heroína y eso es lo que le diré a mi hijo cuando crezca.
Escrito por Francisco
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