Se comenzó rivalizando por el embellecimiento de las calles con enrames florales y es a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando el pique se acentúa al erigirse las nuevas capillas destinadas a la exaltación de la Cruz en ambas calles, donde tenían lugar los festejos dentro y fuera de sus recintos.
Al principio la actividad quedaba reducida a enramar, echar una lluvia de voladores, encender las ruedas de fuego y quemar regueros de pólvora desde las casas como promesa. Esa era la única pirotecnia. Puede afirmarse que es a partir de la postguerra española cuando se inicia el auge, en la que es calificada como frenética carrera recaudatoria para ver que calle supera a la otra en fuegos de artificio, tanto en calidad como en cantidad. Las cifras económicas nunca se revelan del todo porque hasta última hora se está pidiendo la ya mencionada “perra de la Cruz”.
Antiguamente cuando la Cruz llegaba en procesión a cada calle comenzaba la celebración con gritos y grandes estampidos ocasionados por los fuegos de explosión, formados por tracas y regueros de pólvora colocados por los fieles en las aceras y zaguanes de las casas, que al explosionar ocasionaban un gran estruendo debido al eco. Con el paso del tiempo la imaginación hizo que se fuera perfeccionando esta forma de expresión empezándose a fabricar rue das de fuegos hechas de caña, de modo que una vez sumergidos en esta vorágine de superación se consiguió añadir, a las ya novedosas ruedas de cañas, un dispositivo que hacia que éstas se eleva ran hasta alcanzar algunas pocas decenas de metros y que darían lugar posteriormente a los tan apreciados voladores de hoy en día.
Son muchas las anécdotas ocurridas con motivo de esta festividad y que han salpicado la historia de las fiestas de recuerdos pintorescos e inolvidables para sus protagonistas. Así un año se ideó un avión de varas, cañas y papel para lanzarlo por detrás de la Cruz, a través de un cable que llegaba de una zona más alta. Este avión iba lleno de petardos y antes de llegar a la capilla volcó y explotaron los petardos y todo el avión.
En 1.963 la lluvia impidió sacar en recorrido procesional la Cruz, y se expone el deseo de los vecinos de posponer las celebraciones para el domingo inmediato. El cronista ocasional explica que una pertinaz llovizna mo lestaba el tránsito y la marcha en un cortejo re ligioso de paso modera do. Sin embargo, añade éste, la verdadera razón fue la de no tener preparada la exor bitante cantidad de fue gos de artificio para que mar en ambas calles al paso de la Cruz.
En opinión de la autoridad eclesiástica de la época, la cantidad de fuego impedía el orden y el recogimiento debido en estas mani festaciones externas de culto religioso, sien do lamentablemente visible la algarabía, ca rreras y consiguiente desorden que predomi naba y campeaba debido a la inmoderada cantidad de cohetes y otros peligrosos artefactos de pirotecnia, que hacían peligrar la integridad personal de quienes acompañaban a la Santa Cruz en el recorrido procesional.
También existe otra anécdota inolvidable que fue la que un año protagonizaron los vecinos de la Calle del Sol cuando trajeron un cañón real proveniente del Fortín de San Fernando en la costa realejera, y llenándolo de pólvora lo dirigieron hacia los tejados y azoteas de la Calle del Medio, separadas ambas por un barranco - actualmente convertido en calle - apenas a 40 metros de distancia. No hubo que lamentar daños personales pero sí regocijo en la Calle del Sol y pánico en la del Medio.
Otro hecho bien recordado y que ilustra la entrega de los vecinos por su fiesta es el que ocurrió en 1.982, año en el que la comisión de fiestas de la Calle del Medio decidió hacer una plaza cercana a la capilla y en la que invirtieron todo el dinero recaudado, no quedando ni siquiera dinero para los fuegos. Se llegó al caso de que incluso unos veinte días antes de la fiesta se debían unas ciento y pico pesetas. Ante esta situación y al enterarse los vecinos de estos hechos salieron a pedir nuevamente la “perra de la Cruz” y consiguieron para los fuegos unos tres millones de pesetas, dejando asombrados hasta los propios miembros de la comisión de fiestas.
También surge la evocación de la comida de herman dad que unió por única vez, que se sepa, a las comisiones de fiestas de ambas calles, y que muchos sueñan en repetir. Tuvo lugar, eso sí, a mitad de camino, en la carre tera que fue puente sobre el barranco del Tornero o Tagaceite, y que las dividía sin que se mezclaran los comensales pertenecientes a una u otra comisión.
TRADICIÓN PIROTÉCNICA EN LOS REALEJOS: PIROTECNIA HERMANOS TOSTE
Antaño la procesión salía de día, sobre las doce del mediodía, después de la misa de las diez y recorría ambas calles, ya decoradas con las plumas, ramos y otros adornos que pendían de ellos como faroles de papel, verga y ristras de papel cortado y pegado en un cordón que unía las plumas, dando mucha vistosidad al enrame. Pero con el paso del tiempo los fuegos fueron adquiriendo un protagonismo tal, que la procesión de la Cruz se pospuso del mediodía a la noche para poder observar con mejor nitidez los colores que esta nueva forma de celebración ofrecía. Con ello nació una nueva fiesta paralela a la de las Cruces y sus enrames: la de los fuegos de artificio.
Desde entonces la calidad de los fuegos no hizo más que crecer, aunque nunca se olvidó su fin último: celebrar con mucho ruido la llegada de la Cruz en procesión a cada una de las calles. Esta tradicón que surgió en un principio de forma espontánea, con el paso del tiempo fue adquiriendo una mayor organización que hizo que los fuegos tomaran un camino más de rivalidad entre vecinos, que de actividad lúdica de acompañamiento o realce a las fiestas.
Ese día la pólvora adquiere un protagonismo que no tiene parangón en otros lugares. Desde el mismo amanecer se comienzan a escuchar los voladores y sus ecos recorren todos los rincones del Valle de La Orotava. Al mediodía, después de la primera procesión de la Cruz, tiene lugar junto a la Iglesia de Santiago Apóstol una espectacular y ya tradicional traca que a nadie deja indiferente. Pero es después del anochecer cuando tiene lugar la grandiosa exhibición pirotécnica, una de las mayores y más importantes de Europa, que es capaz de reunir, durante unas tres horas, a miles de visitantes y turistas venidos de todas partes, en los miradores, carreteras, arcenes, plazas y demás rincones del municipio. Son muchos los testimonios recogidos de gentes venidas de otros países atraídas por el reclamo de unas fiestas tranquilas, seguras y espectaculares, y que acuden al municipio exclusivamente por estas fechas.
Los Realejos es, sin duda, uno de los centros pirotécnicos más importantes de España y de Europa. Cada calle tenía su propia pirotecnia, la Teide (actualmente Pirotecnia Hermanos Toste) en la Calle del Medio y la Santa Bárbara en la Calle del Sol, hasta que en el año 1.990 esta última desapareció tras un fatal accidente. Actualmente han cambiado las cosas y la Pirotecnia Hermanos Toste representa a la Calle del Sol y la Canarias a la Calle del Medio, pero lo que no ha cambiado es la esencia que siempre ha caracterizado estas celebraciones y que es la de venerar a la Cruz acogiendo, con los brazos abiertos, a todos aquellos que vienen cada año a admirar la devoción y entrega que los vecinos de ambas calles ponen en la realización de una fiesta única e incomparable.
La Pirotecnia Hermanos Toste es una empresa de tradición familiar que fue fundada con el nombre de Pirotecnia Teide en Los Realejos en 1.788, siendo su fundador Marcos Toste del Castillo y pasando de generación en generación hasta que en 1.982 pasa a tener su nombre actual. Sigue manteniendo el carácter artesanal en la elaboración de los fuegos artificiales y ha obtenido gran cantidad de premios que avalan su maestría y su buen hacer, como el primer premio de campeones de fuegos artificiales de Mónaco en 1.993 y 1.995, el segundo premio del mismo festival en 1.980, el segundo premio de San Sebastián en el 2.000, el premio del público Tarragona 2.003, el Arco de Europa Estrella de Oro a la Calidad Internacional en 1.990, etc.
Información proporcionada por la oficina de turismo de Los Realejos.