La Palmera Canaria (Phoenix canariensis)
Alcanza los 10-15 metros de altura; tiene un tronco grueso, sin retoños en su base, y un aspecto rugoso por las huellas triangulares que dejan sus amplias hojas al secarse y caer. Su follaje, siempre verde – con tonos amarillentos en algunas ocasiones- destaca en los paisajes de las islas cual estallido de fuegos artificiales. Sus frondas se arraciman en torno a la copa, en número variable entre 50-100, divididas en foliolos flexibles y subcoriáceos. Las palmeras presentan pies masculinos y femeninos separados, siendo las hembras portadoras de enormes racimos cargados de támaras, que tienen un color parduzco brillante al madurar. La palmera canaria es fuente de numerosos recursos alimenticios (guarapo, miel de palma, támaras) y aporta, igualmente, materia prima para la artesanía. Los palmerales se extienden, sobre todo, en las partes bajas de las islas, a lo largo de los cauces de los barrancos.