Durante las vacaciones, los horarios de los niños suelen dar un vuelco. Gran parte de la magia de la Navidad es que, durante este periodo, tanto los niños como los adultos realizan más actividades fuera de lo común. Para los niños pequeños, la temporada de vacaciones puede ser una fuente de trastornos.
Dado que las rutinas son muy tranquilizadoras para los niños, lo mejor es intentar mantener algunas de ellas, especialmente las relacionadas con el sueño y la alimentación. Un niño cansado o hambriento es más propenso a agitarse o a tener una rabieta en determinadas situaciones (por ejemplo, al jugar con otros niños o al compartir regalos).
Las vacaciones, ¿Una fuente de estrés para los niños?
Para un niño pequeño que no está acostumbrado a las reuniones, la Navidad puede ser una fuente de estrés si se le acercan demasiados adultos nada más entrar en un lugar. Si tu hijo muestra signos de estrés, permítele alejarse de los demás o sentarse encima de ti durante un rato al principio de la fiesta. Entonces, háblale sobre cómo se siente: "Estás incómodo, es normal. Hacía mucho tiempo que no veíamos a toda esta gente". Más tarde, respetando su ritmo, llévale tranquilamente a saludar a los miembros de la familia a su manera (por ejemplo, contacto visual o saludando con la mano).
Los cambios de horario también pueden provocar ansiedad en tu hijo si está especialmente apegado a su rutina. Por eso, hay que tener cuidado de no ofrecerles demasiadas actividades que no esté acostumbrado a hacer.
Siempre que sea posible, haz que tu hijo participe en la elección de ciertas actividades. Esto hará que se sienta menos estresado, ya que sentirá que tiene cierto control sobre lo que está viviendo.
Informa a tu hijo con antelación si vas a salir a cenar, si tienes invitados o si planeas una actividad fuera de lo común. Esto le da tiempo para prepararse. Además, hazle saber que se lo pasará bien y que te quedarás con él.
La primera Navidad del bebé
Durante las fiestas, tu bebé suele convertirse en el centro de atención de familiares y amigos, además de ver alterada su rutina diaria. Ser el centro de tanta atención puede ser estresante, pero también da a tu bebé la oportunidad de interactuar con otras personas. La temporada de vacaciones es una excelente oportunidad para fomentar el desarrollo social y emocional de tu bebé. Así que aprovecha tus actividades sociales para:
- Deja que otras personas sostengan a tu bebé, jueguen con él y le hablen. Sin embargo, no agobies bebé. Haz que tu bebé se relacione con una sola persona a la vez, y mantente cerca para que pueda verte y llamarte si es necesario. Tu presencia ayudará a tu bebé a sentirse cómodo y seguro con otras personas.
- Deja que tu bebé pase tiempo con otros niños. Ponlo cerca de ellos para que pueda verlos e interactuar.
- Estate atenta a los signos de que tu bebé ha recibido demasiados estímulos o no quiere ir con una persona en particular. Es importante que tu bebé aprenda a relacionarse con los demás, pero es normal que tenga dificultades para hacerlo cuando hay mucha gente alrededor. Deja que sea él quien decida cuándo está harto y con quién quiere relacionarse.
¿Cómo respetar la necesidad de rutina de tu hijo durante las vacaciones?
Rutina de las comidas
Si tienes un bebé, cumple con su horario habitual de comidas en la medida de lo posible, incluso si estás visitando a alguien. Cuando un bebé tiene hambre, quiere comer y no importa si es un día especial. Sin embargo, un cambio ocasional en el horario no debería ser un problema, siempre que respetes las necesidades de tu pequeño.
Si tu hijo tiene más de 2 años, puede adaptarse más fácilmente a un cambio de horario. Sirve un segundo tentempié hacia las 5 de la tarde si la comida va a ser tardía. Esto les ayudará a esperar de buen humor.
Aunque tu hijo haya comido antes que los adultos, no dudes en invitarle a cenar con vosotros. Sin embargo, no esperes que tu hijo permanezca mucho tiempo en la mesa. Por ejemplo, un niño de 2 o 3 años suele ser capaz de sentarse durante una comida durante unos 10-15 minutos. Así que ten a mano juegos para jugar mientras estás en la mesa durante mucho tiempo.
Rutina de sueño
Mantén la rutina de sueño de tu hijo en la medida de lo posible. Sin embargo, acepta que tu hijo no se acueste a la hora habitual o que se duerma en tus brazos durante una fiesta, ya que se trata de una situación especial.
Tómate el tiempo necesario para acostar a tu hijo cuando esté cansado. A pesar de la fiesta, intenta replicar su rutina para ir a dormir y dale un tiempo de tranquilidad contigo. Si no quiere acostarse, explícale con voz suave que está inquieto y cansado porque acaba de vivir muchas emociones. Si no puede dormirse debido a la agitación, pon música suave. Además, este sonido de fondo ayuda a camuflar el ruido de la fiesta.
Cuando vayas de visita, lleva una manta, un peluche, una muñeca, un chupete, etc. Estos objetos ayudarán a tranquilizar a tu hijo.
Intenta en la medida de lo posible respetar la necesidad de tu hijo de dormir la siesta. Si tienes que salir, aprovecha los viajes en coche para que tu hijo tenga tiempo de descansar. Colocar a tu hijo en una mochila portabebés también es una buena forma de conseguir que se duerma durante las reuniones. Además, estar pegado a ti lo tranquiliza.
La necesidad de dormir aumenta tras un periodo de estimulación y excitación. Si tu hijo se ha quedado despierto hasta tarde y ha dormido menos de lo habitual, añade a la siesta de la tarde un periodo de relajación por la mañana. Hazle saber que el horario habitual se reanudará después de las vacaciones.
Programar actividades
Siempre que sea posible, planifica un día libre entre las visitas para volver a la rutina normal en casa y realizar actividades tranquilas.
No sobrecargues la agenda para evitar las prisas de un lugar a otro. Tu hijo permanecerá tranquilo y confiado si haces una transición lenta y suave entre cada actividad.
Ten en cuenta la edad de tu hijo a la hora de decidir qué actividades realizar y cuándo. Esto te ayudará a planificar un horario que se ajuste lo más posible a las necesidades de tu hijo.
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