Mi hijo no puede jugar solo
Tu hijo pequeño está empezando a crecer, y esperas que (finalmente) sea capaz de divertirse por sí mismo. Pero no siempre es así. ¿Esto es normal? ¿Cómo hacer que mi hijo sea independiente?
- Independizarse a través del juego
- ¿A qué edad es capaz un niño de jugar solo?
- ¿Por qué no puede mi hijo jugar solo?
- Consejos profesionales para que tu hijo juegue solo
- Los 4 errores que hay que evitar si quieres que tu hijo juegue solo
- Ideas para juegos en solitario, dependiendo de la edad
- Y si mi hijo todavía no puede jugar solo, ¿qué puedo hacer?
Disfrutar de un rato de descanso mientras el niño juega tranquilamente solo, es el sueño de muchos padres. Ten la seguridad de que no eres el único que sueña con ello. De hecho, muchos padres se quejan de que su hijo no sabe y/o no quiere jugar solo. La cuestión se plantea esencialmente desde el punto de vista de los padres que se sienten monopolizados, incluso invadidos por su descendencia, y que desearían tener tiempo para dedicarse a sus asuntos, lo que es bastante comprensible y legítimo. Pero lo más importante de jugar solo no es "aliviar" a los padres, es sobre todo necesario para el desarrollo psico-afectivo del niño. El juego es un excelente estimulante físico y psicológico, siendo para todos un medio para mantener, la alegría, el buen humor, los reflejos y la agudeza mental.
Independizarse a través del juego
Jugando solo, el niño aprende a ser independiente, estimula su creatividad e imaginación, y descubre la libertad de decidir las cosas por sí mismo: cómo juega, con qué y por cuánto tiempo.
Además, para adquirir autonomía emocional, el niño necesita aprender a estar solo, incluso en presencia de sus padres.
Algunos niños pequeños pueden pasar horas solos en su habitación, otros se aburren y dan vueltas por la casa en círculos.
Ten en cuenta que esta capacidad de jugar solo depende del carácter de cada niño, pero también de su edad. El bebé necesita la presencia del adulto a su lado para primero observar, escuchar, sentir, probar... y luego jugar con total seguridad emocional (mirar, voz tranquilizadora, sonrisa). A medida que crecen, deben aprender gradualmente a quedarse solos en su habitación y a jugar libremente por sí mismos, haciéndose cada vez más independientes.
¿A qué edad es capaz un niño de jugar solo?
Antes de los 2 años, el niño pequeño sigue siendo muy dependiente del adulto (física y emocionalmente).
Entre los 2 y los 4 años, el niño aprende gradualmente a verse a sí mismo como un individuo por derecho propio y ya no como el hijo de mamá y papá (empieza a usar el "yo"). Este proceso llamado "individuación" requiere mucha energía psíquica y la debilita. Durante este período, oscila entre su deseo de autonomía y su necesidad de ser tranquilizado: puede desarrollar miedo a la soledad, a la oscuridad, a los ruidos... de ahí su dificultad o incluso su incapacidad para jugar solo en una habitación.
Desde los 2 años y medio hasta los 3, los padres deben confiar en que su hija o hijo juegue solo en su habitación durante unos 20 o 30 minutos. Es normal que el niño regrese al adulto de forma regular porque necesita que se le tranquilice, anime y felicite mostrándole lo que ha hecho, por ejemplo. El adulto también debe preguntar, ir a ver lo que el niño está haciendo, a lo que está jugando, interesarse por sus deseos, sus juegos, lo que le gusta hacer en este momento... y compartir una actividad con él.
Antes de los 3-4 años, un niño pequeño generalmente necesita interactuar con un adulto, o al menos si juega un poco solo, necesita tener un padre en su campo visual inmediato para estar tranquilo y jugar con serenidad. Y más allá de la tranquilidad, el niño también necesita que el padre sea testigo de lo que está haciendo. Reforzar la presencia de los padres desempeña un papel primordial con respecto al niño antes de los 4 años porque es durante este período que se construye la "autoestima" a través de las reacciones y miradas alentadoras, benévolas e incluso admirables del adulto.
Entonces, gradualmente, el niño podrá separarse de la presencia de los padres y estar consigo mismo para jugar solo en su habitación o en otra habitación.
¿Por qué no puede mi hijo jugar solo?
Algunos niños pequeños están acostumbrados a estar siempre en presencia de un adulto (fuera de las fases de sueño) y, por lo tanto, no saben que tienen la capacidad de jugar y cuidarse por sí mismos porque no se les ha dado la oportunidad de descubrir esta habilidad.
Correr tan pronto como el niño se despierta, por ejemplo, no permitiéndole jugar solo en su cama. Mientras que algunos bebés saben cómo jugar solos en su cama sin llamar o llorar.
Otros niños, a veces inseguros y/o ansiosos, que carecen de confianza, son incapaces de jugar solos y necesitan la participación del adulto en todo momento o, en el mejor de los casos, su presencia. Debemos entonces tratar de entender las razones de esta ansiedad.
Después de la edad de 3-4, la etapa de "no quiero jugar solo" también puede corresponder a un período particular para el niño donde puede haberse sentido "abandonado" por la llegada de un nuevo niño al colegio o la llegada de un hermanito o hermanita.
En otras palabras, no querer jugar solo en estos casos es simplemente una petición de atención en respuesta a la ansiedad de abandono.
En cuanto a si el hecho de ser hijo único o no, influye en la capacidad de jugar de forma independiente, hay que distinguir entre el hijo único que permanece solo y el hijo "mayor". Este último tiene más o menos rápidamente hermanos con los que puede jugar, mientras que el hijo único sólo tiene a sus padres como referentes y compañeros de juego, lo que le lleva a solicitar más adultos.
Consejos profesionales para que tu hijo juegue solo
Es importante sentar las bases "en primer lugar, crear un entorno favorable con un área de juego aireada, ordenada por temas (idealmente): rincón de lectura, juegos de imitación (muñecas, garaje, bricolaje), construcción, creatividad con actividades manuales que desarrollen la motricidad fina, lógica, etc. El niño debe saber dónde encontrar sus juguetes (almacenamiento en el mismo lugar, a su alcance) con libre acceso.
La habitación también debe ser ordenada y acogedora para animar al niño a jugar y a entrar en este lugar más fácilmente. Ordena cada juego con él niño antes de sacar otro, a partir de los 18 meses. Esta actividad se puede hacer de forma lúdica con canciones o haciendo una carrera. ¿Y por qué no clasificar los juguetes por color cuando el niño sea mayor?
Otros consejos:
- Proceder con suavidad e incitar en lugar de forzar. La frase "ve a jugar a tu habitación" puede ser interpretada por tu hijo como rechazo y/o castigo.
- Acompaña al niño: por ejemplo, al principio puedes ayudarle a montar un juego, mostrarle cómo puede jugarlo solo y dejarlo solo por unos momentos, y luego, poco a poco, prolongar el tiempo que lo dejas solo. Paradójicamente, es jugando con el niño que le enseñas a jugar solo. Puede ser útil comenzar una actividad con tu pequeño cuando no sabe qué hacer. Jugar sólo con él, a veces durante unos minutos, le ayuda a recargar las pilas, porque necesita seguridad emocional, atención y confianza en sí mismo para poder jugar solo en su habitación. Anímalo, y luego obsérvalo a distancia, para que reinvierta su juego.
- Darle un objetivo al niño también es muy estimulante para él: por ejemplo, pedirle que haga un dibujo para dárselo a su mamá/papá cuando vuelva a casa del trabajo lo motiva y lo realza.
- Limitar el número de juguetes y organizar una rotación de juegos también ayuda a la concentración sin dispersarse.
- Enseñarle a esperar también es una experiencia de aprendizaje positiva: si quiere jugar contigo, puedes posponer el juego juntos. Por ejemplo, diciéndole: "Estoy terminando de doblar la ropa, mientras tanto puedes jugar solo y luego jugaremos con tu Lego". Por otro lado, deberías evitar decir "en 30 minutos, iré a jugar contigo". Porque el niño aún no tiene la noción del tiempo, mientras que si relacionas el tiempo de espera con un acto concreto (doblar la ropa), puede ver el progreso del momento en que vendrás a jugar con él. También puedes usar marcadores de tiempo concretos como un reloj o un temporizador.
- No responder de forma sistemática e inmediata a las peticiones de tu pequeño le permite aprender a tener paciencia y a ser consciente de las necesidades del otro: aprende que no lo decide todo, que sus padres no siempre están a su disposición, porque ellos mismos tienen necesidades y obligaciones.
- Finalmente, cuando juegas con él/ella, es muy importante estar completamente presente. El niño es muy sensible a la presencia psíquica de sus padres y si juegas mientras ves tus mensajes en el teléfono, puede ser una fuente de ansiedad y frustración para él. Es mejor jugar "completamente" (sólo) quince minutos y sobre todo con placer, que quedarte una hora con él mientras estás aburrido y pensando en otra cosa. También es mejor explicarle a tu hija/hijo que no quieres jugar con él o ella que no hacerlo.
Los 4 errores que hay que evitar si quieres que tu hijo juegue solo
Errores que no hay que cometer, para animar a un niño a jugar solo:
- Una vez que tu hijo logra jugar solo en una habitación, no vayas a verlo cada diez minutos para preguntarle si todo está bien, cuando obviamente está en medio del juego, lo que equivale a enviarle un mensaje paradójico: por un lado, quiero que juegues solo, y al mismo tiempo vengo a perturbar tu actividad. Sin mencionar el hecho de que también vas a interrumpir toda la imaginación que se haya montado.
- Proponer juegos inadecuados para su edad. Los juguetes deben estar bien adaptados a la edad del niño. Evita poner a tu hijo o hija en jaque con juguetes demasiado complicados o peligrosos. Cuidado también con los pequeños objetos que se pueden tragar.
- Estimularlo demasiado. Si tu hijo mayor parece o dice que está aburrido, no importa. El aburrimiento y la "soledad" le permiten desarrollar su propio mundo imaginario y recurrir a sus recursos personales. Se toma el tiempo para descubrir su entorno y soñar, dos pasos clave en su aprendizaje. El aburrimiento es de hecho una herramienta formidable para obligarle a escucharse a sí mismo (¿cuáles son mis deseos, mis posibilidades con tal o cual objeto?) y a desarrollar su creatividad. También es inútil sobrecargarlo con actividades (además del colegio, los deberes, las actividades de ocio...) porque tu hijo también necesita tiempo libre para establecerse y cuidarse de forma diferente.
- Castigarlo en su habitación. Este espacio se convierte entonces en sinónimo de castigo, de aislamiento impuesto, en detrimento del juego y el descanso.
Ideas para juegos en solitario, dependiendo de la edad
Dependiendo de su edad, sus intereses cambian. Lo que importa es seguir sus deseos e involucrarlo en sus juegos, descubrimientos y animarlo a ser autónomo, creativo y voluntario en su juego en solitario.
Juegos a partir de los 3 años
A los niños y niñas les gusta jugar al doctor, a mamá y a papá... Si pueden disfrazarse, es genial. Y si los juegos tienen lugar al aire libre, les resulta más divertido.
Burbujeando con energía, el niño necesita hacer ejercicio. Intelectualmente, comienza a contar, clasificar, ordenar según un criterio. Su creatividad es ilimitada: es capaz de logros verdaderamente originales.
Entre los juegos inevitables, podemos citar:
- Disfraces, zapatos y bolsos.
- Títeres para contar historias.
- Juegos de mesa simples (bingos).
- Casas de muñecas unisex.
- Juegos al aire libre (triciclo, aros, columpio...).
- Cerraduras o candados con llave.
- Casetas.
- Muñecas.
- Juegos de imitación.
- Juegos de construcción.
- Libros.
- Instrumentos musicales.
- Usar animales de peluche y muñecos como compañeros de juego, especialmente en los juegos simbólicos. Por ejemplo, si juegas a organizar una comida, poniendo los peluches en la mesa y sirviéndoles pequeños platos, ayudas mucho al niño a organizar su "pequeño mundo".
Juego a partir de los 5 años
Curioso por todo, el niño pequeño pregunta y piensa mucho. Gracias al colegio, empieza a abrirse camino en el mundo de la escritura y le gusta jugar con los números y las letras. Cuando le lees una historia, intenta seguir el texto tanto como mira las fotos. Pero todavía pasa la mayor parte de su tiempo imitando las actividades diarias de los adultos. Hace de mamá, de papá, de comerciante, de peluquero, de piloto, de soldado...
Le gusta:
- Cajas temáticas (química, magia, cerámica...).
- Personajes de aventuras.
- Una tableta o pc infantil educativo.
- Un scooter o una bicicleta.
- Juegos de mesa.
- Muñecas modelo (para el pelo y el maquillaje).
- Vehículos a control remoto.
- Maquillaje o peluquería.
- Una casa de muñecas.
- Monstruos, princesas... en resumen, cualquier cosa imaginaria.
- Juegos de habilidad (billar, futbolín, pinball, saltar la cuerda).
- Artes y oficios y talleres de artesanía.
- Herramientas y artesanías unisex.
- Libros.
- La música.
Si tu hijo ya no usa ciertos juguetes, Guárdalos y sácalos más adelante. Una oportunidad para redescubrir y volver a captar su interés.
Desde los 8 años
El niño podrá abordar juegos de construcción más complejos, juegos de mesa con reglas más sutiles y juegos científicos a través de los cuales abordará los principios básicos de diferentes ciencias: cajas temáticas sobre electricidad, química, agua, luz o excavaciones arqueológicas. Juegos que harán las delicias de los amantes de la ciencia y los experimentos.
Pero también la observación de los insectos, las estrellas, la resolución de rompecabezas, las actividades manuales y artísticas, los montajes que inventa (teatralidad)... Todo depende de sus intereses. Lo ideal es ofrecer una variedad de temas para no "encasillar" al niño.
Y si mi hijo todavía no puede jugar solo, ¿qué puedo hacer?
Pueden subyacer otras cuestiones más profundas y complejas, en particular en la dinámica familiar.
Por ejemplo, a un niño puede resultarle difícil comprender que no puede compartir todo con sus padres, que tienen su propia vida adulta, y que no son "sólo sus padres": también tienen una vida de pareja y una intimidad de la que está excluido.
En este caso, el niño que busca constantemente la atención del adulto necesita que se le recuerde su lugar. Estas solicitudes manifiestan un deseo inconsciente de interferir en la vida de sus padres. Dejar que el niño pequeño ocupe su lugar (o incluso animarlo) no le ayuda porque esta situación le provoca una ansiedad especial y es desestabilizadora para el núcleo familiar.
El hecho de que el niño no se quede en su lugar también puede deberse al comportamiento de uno o ambos padres, y está vinculado a la historia familiar con sus a menudo complejos orígenes.
Por ello, en estos casos, la terapia familiar puede ser necesaria y beneficiosa para reposicionar a cada persona en su papel y devolver la armonía y la serenidad a la dinámica familiar.
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