El sol es fuente de salud y bienestar, pero una inadecuada exposición puede provocar consecuencias negativas en nuestro organismo. Exponerse al sol durante diez o quince minutos, bien hidratados y evitando las horas centrales del día, es más que suficiente para obtener la cantidad de vitamina D que necesitamos.

Cuando se toma en exceso, la piel se quema y guarda memoria de las agresiones solares, pudiendo perjudicar seriamente la salud. Además de la piel, nuestros ojos también son sensibles a las radiaciones solares.

Todas las personas, rubias o morenas, deben usar protección solar adecuada independientemente de su color de piel.

Evita la exposición solar en las horas centrales del día, son las más peligrosas.

Utiliza protección solar adecuada (media-alta). No olvides la protección los días nublados y auméntala en la montaña y en la playa. Hazte la primera aplicación 30 minutos antes de exponerte al sol y repítela a menudo y de manera generosa.

Comienza con exposiciones cortas y auméntalas progresivamente.

Protege tus ojos con gafas homologadas.

Después de la exposición al sol, dúchate o báñate e hidrata tu piel.

Evita exponer al sol a lactantes y personas mayores.

Procura alternar con ratos de sombra y acuérdate de refrescarte periódicamente.

No permitas que los más pequeños jueguen directamente al sol. Protégeles la cabeza con un gorro o visera y el cuerpo con una camiseta de tejido transpirable.

Con los rayos UV artificiales adopta las mismas precauciones que cuando te expones al sol de manera natural.

Algunos medicamentos de uso común pueden producir reacciones fototóxicas y/o fotosensibles. Si tomas algún medicamento infórmate sobre posibles reacciones.

Fuente: LaRiojaSalud