¿Qué es la eclampsia?
La eclampsia es una de las complicaciones más temidas de la preeclampsia grave (o toxemia en el embarazo). Afecta aproximadamente al 1% de las mujeres con preeclampsia y puede ocurrir en diferentes momentos: después de la 20ª semana de embarazo, durante el parto o hasta 7 días después del nacimiento. Afortunadamente, con el monitoreo regular del embarazo y el manejo temprano de la toxemia, esta temida complicación es rara. Te contamos lo que necesitas saber a continuación.
¿Cómo se manifiesta la eclampsia?
Las convulsiones eclásticas son ataques seguidos de un coma. La convulsión suele ir precedida de signos de advertencia: la madre se queja de un intenso dolor abdominal derecho, mareos, dolores de cabeza o problemas de vista y oído (moscas volando delante de los ojos o zumbidos en los oídos).
¿Cómo afecta la eclampsia a la madre y al bebé?
La crisis de la eclampsia es grave. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, el tratamiento tiene éxito y no hay secuelas. Sin embargo, entre el 5 y el 10% de las mujeres pueden tener complicaciones a largo plazo (renales, cardíacas o cerebrales). La eclampsia mal controlada también puede poner en peligro la vida o incluso ser mortal (el 12% de las muertes fetales se producen como consecuencia de ello). Los bebés nacidos de madres con esta afección son más frágiles y a menudo tienen un retraso en el crecimiento y una mayor tasa de prematuridad.
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¿Cómo se controla la eclampsia?
La eclampsia es una emergencia médica y obstétrica. El tratamiento tiene como objetivo primero detener las convulsiones y luego oxigenar a la madre adecuadamente. Entonces, es esencial luchar contra la hipertensión y sacar al bebé, generalmente por cesárea. Una vez que la crisis termine, la vigilancia es esencial. Se recomienda un seguimiento riguroso de la madre, generalmente durante unos días en cuidados intensivos.
Crisis de eclampsia: ¿algunas madres corren más riesgo que otras?
Esta complicación afecta a mujeres de todas las edades, sin embargo su frecuencia aumenta en mujeres menores de 20 años, embarazadas por primera vez. También se ha observado que las mujeres mayores de 40 años con toxemia grave en el embarazo corren un riesgo mayor que las que están en la veintena. Otros factores predisponentes son la hipertensión arterial preexistente, la enfermedad renal o la diabetes, y los antecedentes familiares de toxemia gravídica y eclampsia.
Crisis de eclampsia: ¿medidas preventivas para embarazos posteriores?
Las madres que tienen antecedentes de preeclampsia, especialmente si se ha complicado por un ataque de eclampsia, deben ser controladas más de cerca durante un futuro embarazo. Se considera un embarazo de alto riesgo. El crecimiento del bebé se examina mediante ecografías regulares y el bienestar fetal se evalúa mediante dopplers uterinos regulares. Este examen mide la resistencia de los vasos sanguíneos de la placenta. La presión sanguínea de la madre y la búsqueda de proteínas en su orina se revisan con frecuencia. Por último, se instituye un tratamiento preventivo durante el embarazo. Además de estas medidas, la vigilancia regular del embarazo en todas las mujeres embarazadas permite detectar a las madres con riesgo de toxemia e intervenir antes de que la situación se vuelva grave.
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