Los animales estaban inquietos, hasta la coruja que sólo merodea en lo oscuro, voló bajo la luz. Aquellos signos presagiaban que Guayota estaba próximo.
Apareció Guayota y se apoderó de Magec, el sol, dejando el cielo a oscuras. Todo fue una noche cuando aún era el día. Rogaron entonces a Achamán los guanches, para que tuviera misericordia, que devolviese al día sus luces, que su poder librase de todo daño. Achamán atendió las súplicas y acudió dispuesto a defenderlos.